Guadalupe Loaeza / Una huésped odiosa

AutorGuadalupe Loaeza

Hacía mucho tiempo que no me visitaba. Incluso llegué a pensar que nunca más se cruzaría en mi camino. Cuán equivocada estaba, hace aproximadamente una semana me topé con ella. Me estaba esperando en mi recámara, estaba a punto de recostarme cuando, de pronto, sentí su presencia. Tardé dos minutos en detectarla. "Han de ser cosas de mi cabeza", me dije como para ahuyentarla. No había duda, era ella, la peor de mis enemigas.

-¿Por qué llega así de repente, sin avisarme con anterioridad? Me pudo haber mandado una pequeña señal para que tomara mis precauciones -pensé irritada.

Conforme pasaban los minutos su presencia se fue haciendo cada vez más desagradable. Me volteaba de un lado y luego del otro, era inútil, ella seguía allí, recostadota, a mi lado, como si nada.

-Tengo muchos medios para hacerte desaparecer: tirarte a Lucas, recurrir a un magnífico antídoto, o bien llamar a un experto cuya experiencia en estos casos es innegable. La verdad es que ya no me impresionas. Te confieso que cuando te conocí hace unos años, sí me impresionaste por tu fuerza y tu perseverancia. Entonces te quedaste en mi casa más de tres meses. Ya no te aguantaba. A todo el mundo le hablaba pésimo de ti. Les decía que eras de lo peor, que no tenías ni un ápice de compasión y que nadie te quería. Todavía me pregunto cómo pude soportarte por tanto tiempo. Cuando más te detestaba era en las noches. Por más que hacía todo para distraerme, no había manera de ignorarte. En esa época, no sé cuántas películas de nostalgia vi sin que ninguna me distrajera del todo; entre más me concentraba para leer, más sentía tu odiosa presencia. Cuando venían mis hijos y nietos a verme, terminaba por pedirles que por favor se fueran, no quería que me vieran con esa cara de dolor de estómago. Pobre de mi marido, todo el día me quejaba con él y, claro, siempre terminábamos peleando.

-Es tu culpa -me decía-, se diría que hiciste todo para que se instalara entre los dos. Cuántas veces te pedí que no le abrieras la puerta, que se trataba de una huésped indeseable. Nunca te has preguntado ¿cuántos años de calidad de vida nos quedan a ti y a mí? ¿Cuántas veces te he dicho que por favor ya no invites a la casa, especialmente, a huéspedes tan dañinas? Conste que te lo advertí, basta con que un buen día se aparezca para que...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR