Guadalupe Loaeza / Mis museos

AutorGuadalupe Loaeza

Tengo el privilegio de vivir rodeada de museos. En la zona de Polanco y sus alrededores, hay cinco museos imprescindibles para descubrir y entender la historia de nuestros antepasados y el arte contemporáneo de grandes pintores de todo el mundo.

En primer lugar citaría el Museo de Antropología (tres millones de visitantes cada año), inaugurado en 1964 y construido por el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez. El entonces presidente Adolfo López Mateos fue muy enfático al declarar el día de la inauguración: "(...) El México de hoy rinde homenaje al México indígena en cuyo ejemplo reconoce características de su originalidad nacional". La arquitectura del museo, en sí, es una verdadera obra de arte. Nada me gustaría más que tener un paraguas tan grande como su maravillosa fuente.

Basta con que atraviese el Paseo de la Reforma para toparme con el Castillo de Chapultepec y sumergirme en el siglo XIX. En seguida, camino tres cuadras, hacia el Museo de Arte Moderno, y me quedo totalmente seducida ante la magia de las pinturas de Remedios Varo. Al salir y con cierta prisa atravieso de nuevo Reforma y llego al Museo de Rufino Tamayo, cuya colección del maestro y de Olga, su esposa, va desde Picasso, Miró, Max Ernst, hasta Andy Warhol. Como tengo que visitar, de una sola vez, todos mis museos consentidos, camino por el bosque de la Primera Sección de Chapultepec, hasta llegar a la calle de Tres Picos, para visitar, como de rayo, la Sala de Arte Público Siqueiros, donde se encuentran sus pinturas, dibujos, obra gráfica, maquetas, libros, fotografías y documentos de otros artistas.

Saliendo, me apresuro para visitar uno de mis museos preferidos en la Plaza Carso (el nuevo Polanco), el Soumaya. Aquí no cobran, entonces entro como perro en mi casa y me paseo por entre las esculturas de Rodin y obras de El Greco, Murillo y Villalpando, entre otras muchas. Al salir me encamino hacia el Museo Jumex. Allí sí se pagan 30 pesos por disfrutar del arte contemporáneo latinoamericano.

Feliz e instruida como me siento gracias a mis museos, regreso a Chapultepec y me instalo en una banca bajo muchas copas de árboles, y con la imaginación vuelo hasta el Museo de Historia Natural y admiro a tigres dientes de sable y a algunos perezosos de casi tres metros. En realidad todo lo miro muy rápido porque quiero llegar al Papalote...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR