Guadalupe Loaeza / 'La Presencia'

AutorGuadalupe Loaeza

Para Ninfa.

Estimado Santidad Dalai Lama:

Esta es la primera vez que me dirijo, con todo respeto, no nada más a uno de los guías espirituales más importantes de nuestros tiempos, sino al premio Nobel de la Paz de 1989, al merecedor de la Medalla de oro del Congreso de los Estados Unidos y al huésped, a pesar del malestar de China, de Barack Obama en 2010. Si finalmente me atreví a escribirle esta carta, no obstante soy católica, apostólica y muy guadalupana, es porque mañana llegará usted a mi país. No es casual que su primera plática sea, precisamente en Monterrey, la ciudad que más padece el crimen organizado, la cual se intitula "Construyendo armonía a través del altruismo y la compasión". Inútil decirle en qué estado de desolación y de desesperación se encuentran en estos momentos los regiomontanos. Pero también los del Distrito Federal nos sentimos, igualmente, confusos y extraviados. Afortunadamente, al otro día, estará usted en el teatro Metropolitan, con la conferencia "Consejos de un amigo espiritual". El 11 de septiembre, en un evento gratuito, nos hablará a más de 30 mil personas, desde el Estadio Azul, a través de una plática que nos viene como anillo al dedo: "Hallando la felicidad en tiempos difíciles". Y preocupado por la educación de las nuevas generaciones, ese mismo día, se dirigirá a los maestros del SNTE en el Centro Cultural del SNTE, en donde tendrán el privilegio de escucharlo con la conferencia "Afilando la mente y nutriendo el corazón". ¿Se imagina en qué estado se encuentra la mente y el corazón de miles y miles de niños mexicanos cuyos maestros están totalmente rebasados por los tiempos que vivimos?

Mi país se encuentra en una espiral de violencia que parece no tener fin. Las estadísticas de asesinatos causados por el crimen organizado nos hablan de más de 50 mil víctimas. Los mexicanos vivimos en un duelo permanente. Sin hipérbole, se diría que en México, el mal anda suelto. ¿Por qué? Porque nos lo encontramos en cada esquina. Para colmo nuestras autoridades no saben qué hacer, a pesar de haber mandado a las calles al Ejército mexicano. No hay duda que su estrategia no ha dado resultados. Es evidente que la violencia no se confronta con más violencia. Nuestros gobernantes tienen miedo. Usted mismo ha dicho: "Hay un aspecto de la violencia y es que una vez que se ha desatado los resultados son impredecibles y fácilmente pueden volverse fuera de control. Esto es algo que ocurre con la violencia y además de esto se...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR