Guillermo Velasco Barrera / Espectáculo y frivolidad

AutorGuillermo Velasco Barrera

A un mes de que arranque formalmente el proceso electoral, los partidos políticos tienen prácticamente armado el elenco de candidatos con los que buscarán ganar posiciones en los Ayuntamientos, en los Congresos locales y en el Congreso federal. Asimismo, y aunque aún deberán ser ratificados por el INE, ya existe una lista de candidatos independientes que pelearán por diversas posiciones políticas.

Los perfiles de algunos aspirantes y suspirantes no pueden dejar de sorprendernos y vaticinan no sólo una contienda cargada de una frivolidad política sin límites, sino un creciente deterioro de la clase gobernante.

La imperiosa necesidad de conquistar votos en un entorno de hartazgo hacia los políticos ha llevado a algunos partidos a postular a personajes provenientes del ámbito deportivo y del espectáculo, sabedores de que dichos perfiles pueden lograr conexión con el electorado.

La nominación de Carmen Salinas como candidata plurinominal del PRI ha generado un amplio debate. No hay duda que "La Corcholata" será diputada y que su incorporación a la contienda moverá votos en el ámbito popular, lo que no sabemos es qué aportará esta actriz a la labor legislativa, pero es que en realidad el tricolor no espera de ella más que votos, con lo anterior habrá cumplido en su incursión a la política.

El futbolista Cuauhtémoc Blanco, quien se jacta de jamás haber votado en una elección -un gran ejemplo de cultura cívica-, buscará la Presidencia Municipal de Cuernavaca por el Partido Socialdemócrata de Morelos, que con esta maniobra busca mantener su registro como partido para seguir viviendo del presupuesto. El "Cuau" entra al juego por la jugosa oferta que le hicieron, pero seguramente jalará el voto de muchos de sus hinchas.

No son pocas las voces que defienden la participación de personajes como los referidos en las campañas, con el razonamiento de que tienen todo el derecho, como cualquier ciudadano. Además, otro argumento recurrente es que ante una clase política en la que abundan verdaderos impresentables no tenemos nada que perder con políticos "ciudadanos" que vendrán a darle un rostro nuevo al ejercicio de Gobierno.

Ambos argumentos parecerían razonables, sobre todo el primero; la ley señala claramente que todos tenemos derecho a ser votados, pero el problema es que, salvo en honrosas...

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