Cumbre/ Fuera de su hábitat, hasta pánico causaron

AutorMarcela Turati

MURAL / Enviada

MONTERREY.- Siguió casi al pie de la letra las instrucciones que le dieron sus compañeros de viaje antes de salir a Monterrey: echó en el morral y en las mochilas ropa que le tapara todo el cuerpo por aquello de "los químicos" que podrían lanzarle por protestar contra la globalización.

Leonardo Briseño González, de 17 años, integrante de la Caravana Carlo Giuliani -llamada así en honor al compañero caído en la Cumbre de Génova-, arribó a Monterrey dispuesto a todo. Llegó con la ultra de la ultra, con los "anarcopunks" del Chopo que no se pierden manifestaciones en el zócalo del Distrito Federal.

"Vengo cubierto un 70 por ciento para protegerme de los químicos", presume acostado en el pasto del Parque de la Alameda. Entre sus bultos trae un gorro andino de estambre -"estilo chavo del ocho", como lo describe-; camisetas manga larga; paliacate para cubrir el rostro y una ramera para la cabeza. El 30 por ciento que lleva descubierto se debe a que trae casi puras bermudas y pantuflas puestas.

El es uno de los temidos "globalifóbicos" que paralizaron el centro de Monterrey en la primera manifestación con motivo de la Conferencia Internacional sobre Financiamiento para el Desarrollo y que provocaron que algunos padres de familia no dejaran a sus hijos ir a al escuela.

El contingente que marchó a la Macroplaza estaba conformado por los enmachetados de Atenco; los "anarcopunks" con cubrebocas quirúrgicos; filas de preparatorianos con propaganda del PT -que llevaban atrás a sus maestros con todo y listas de asistencia- o amas de casa que recogían un boleto afuera del Teatro Montoya y se decían entre ellas que no había que perderlo para comprobar la asistencia a los líderes vecinales.

Aunque un contingente de 40 estadounidenses de Kansas y Missouri respaldaba la manifestación, el Movimiento Mexicano Solidaridad con Cuba gritaba sus consignas eternas: "Cuba sí, yanquis no". Grito que un desempleado de la llantera Euzkadi deformó en un "springbreakers, go home", que lanzaba cada vez que veía güeros pasear por las calles del centro.

Son casi los mismos que en el DF salen el 2 de octubre a decir que no han olvidado, que se plantan en el Zócalo capitalino el día del maestro, que aparecen en las marchas de la UNAM o en las manifestaciones contra la privatización eléctrica, pero aquí, fuera de su hábitat, fueron la sensación. Y con viejos trucos como correr en estampida hasta pánico causaron.

En silencio, los regiomontanos apretujados sobre...

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