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Harina de otro costal

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Vincent
AutorStephanie Quiles

"Mi abuela materna solía decir 'uma mesa sem pão todos discutem e ninguém tem razão', que quiere decir que en una mesa sin pan todos discuten y ninguno tiene razón", recuerda António Martins, originario de Lisboa.

Y es que aunque los platos se acompañen de papas o arroz, el pan nunca puede faltar. Incluso el emblema de Portugal, el caldo verde, tiene su propia variedad, llamada broa de milho, a base de maíz; pero también hay panes con trigo y centeno.

De madre mexicana y padre portugués, el panadero y repostero Eduardo da Silva, propietario de Da Silva Panadería Artesanal, en CDMX, dice que el pan en Portugal es tan vital como lo es para los franceses.

Y hay platos hechos a base de pan, como el mundialmente conocido pan francés, pero en ese país se llama rabanadas, tradicionales para comer en Natal (Navidad), dice António.

En cuanto a la repostería, algo muy tradicional son los doces (dulces). Los doces de ovos (dulces de huevo) se hacen con yema de huevo y azúcar y son una herencia conventual.

La editorial Culinaria Könemann explica que los monjes utilizaban la clara del huevo para clarificar el vino, y las monjas entonces tenían que aprovechar las yemas en algo, así nacieron estos dulces de huevo, postres cuyo carácter es de sabor y aroma muy fuerte a yema.

"El huevo es un ingredientes muy importante en la cocina portuguesa, se tiene por ejemplo el arroz doce, que es como el arroz con leche mexicano, pero se ve un poquito amarillo porque, para variar, lleva yema de huevo.

"Están también los pasteles de nata (crema), llamados pastéis de nata; su base es de hojaldre y tienen relleno de crema para batir, huevo y azúcar. Surgieron en Belém, en el Monasterio de los Jerónimos", explica Eduardo da Silva.

El chef añade que hay varias leyendas sobre esta receta, pero la que más le gusta es la que dicta que un monje, en un momento de necesidad, vendió la fórmula al dueño de una cafetería localizada a unos metros del monasterio.

De acuerdo con la historia...

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