Herbert Taylor/ Fobaproa, Senado y PRI

AutorHerbert Taylor

Hoy el Fobaproa tiene un parecido a la lepra de la época bíblica, todo aquél que la contrajo vivió marcado para toda la vida; hoy parece que todo aquél que en algún momento fue deudor del banco (una parte importante de la clase media y los empresarios nacionales) en la crisis del 95 se encuentra en un doble problema: el primero, el doloroso vía crucis de tener que pagar una deuda que se convirtió en un remolino en crecimiento, una bola de nieve que cae de la alta montaña sobre el deudor aplastándolo, dejando en la nada la esperanza de crecimiento o de desarrollo que tanto pregonó el entonces Presidente Salinas. Todos conocemos de casos en donde un pequeño deudor de tarjeta de crédito o de crédito hipotecario o el empresario que debía una cantidad inicialmente manejable, en cosa de días era un "irresponsable moroso" digno de perder todo aquello que hizo con años de esfuerzo y todo por haber creído en que estábamos cerca de llagar al Primer Mundo, como lo dijera Salinas; sabemos de miles que lo perdieron todo. El segundo problema al que se enfrentan esos deudores habiendo negociado o no su deuda es la de aparecer en la fatídica, inmoral, repudiable lista del Fobaproa, como si su desgracia no fuera suficiente, ahora deberán cargar toda la vida con la vergüenza de aparecer en esta lista de malos hijos de México como si fueran leprosos, eso sin importar de que en alguna ocasión alguien les haya consultado su parecer de que su deuda se fuera al Fobaproa.

Para miles de mexicanos de bien, la crisis del año 95 ha sido una piedra en la espalda que aún no han podido quitarse, pero para varios sinvergüenzas ha sido la gran oportunidad de hacer cualquier cantidad de porquerías, de fraudes y descarados robos; varios de ellos sobrevaloraron sus garantías o canjearon éstas por bienes sin valor, lo entregaron a los bancos, los que a su vez lo hicieron al Fobaproa; terrenos o fábricas, construcciones que se valuaron fraudulentamente en varias veces más su valor real; hubo quien a sabiendas que se iría su deuda a una especie de fondo perdido se sentaron en ella para siempre.

Hoy, tanto la gente decente que ha hecho lo posible por cumplir con los compromisos adquiridos, como los que abusaron de la situación enriqueciéndose con ella, se encuentran por igual en las famosas y deshonrosas listas del Fobaproa. Pero todo esto con una agravante más: son tratados como iguales por los mercenarios políticos que intentan sacar tajada en la confusión de esta situación; es...

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