¿Hijos perfectos o niños felices?

AutorMariana Montes

El niño tiene la responsabilidad de estudiar por horas para sacar 100 en el examen de matemáticas, también debe asistir a sus clases de futbol, natación y piano, así como hacer la tarea del curso especial de francés.

Éste es un ejemplo de alta exigencia a un pequeño, de quien a veces se espera que sea prácticamente perfecto, señala la psicóloga clínica Angélica Franco. Tal presión no es positiva.

"Es cierto, nuestros hijos pueden ser muy inteligentes, pero tampoco pueden cubrir cada una de las habilidades para que sean brillantes en todo", dice la especialista.

"Entonces inicia la frustración porque no se están cumpliendo las expectativas que se han puesto en este niño".

Los comunicadores de tales exigencias son los padres de familia, continúa, por lo que es necesario que ellos ajusten estos deseos de excelencia y ayuden al pequeño a encontrar un balance saludable entre la responsabilidad de la escuela y el esparcimiento.

PADRES EXIGENTES

¿Por qué los padres de familia crean a veces altas expectativas sobre el desempeño de sus hijos?

"Esto se puede deber a varios factores", explica Franco.

"Muchas veces surgen las competencias entre los papás y los demás, o en otras ocasiones se espera que los niños cumplan ciertas metas porque los papás mismos no eran buenos en tal o cual materia y quieren que su pequeño sea diferente".

Esta presión se expresa en el hogar, en el pedir que el estudiante saque 100, o que se compare el desempeño de ese niño con el de otro alumno de su generación.

"El exigir también puede hacer que los hijos entren en un juego de conveniencia; por ejemplo, les dicen que si sacan 100 van a lograr que papá o mamá les compren una consola (de videojuego)", añade quien también es especialista del centro de psicología infantil Nipaf, en Monterrey.

La psicóloga considera que la sociedad competitiva y las altas exigencias a las nuevas generaciones de profesionistas provocan que los padres promuevan el perfil del niño perfecto.

"No es positivo que los estudiantes sólo tengan tiempo de llegar a casa, comer y dormir. El ser niño es, claro, ir a la escuela y hacer las tareas, pero también es reír y jugar", añade.

"Por más de que el alumno saque 100, si el padre no ve a su hijo feliz algo no está bien".

LA INEVITABLE FRUSTRACIÓN

El intentar que el niño cumpla con el modelo del estudiante perfecto genera frustración tanto en el pequeño como en sus progenitores.

"Estos niños se van a empezar a dar cuenta de que no están cumpliendo con las...

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