Histórico recorrido

AutorJosé Hernández

Los antiguos moradores del Reino Xalisco tenían miel de maíz, de hormiga y de abeja que combinaban con tunas y pitayas y preparaban una especie de jalea.

Con la conquista de los españoles, en 1532, Xalisco se vio afectado, no sólo en el nombre que tuvo que cambiar por Reino de Nueva Galicia sino también porque los españoles trajeron productos como el azúcar y la leche que nutrieron la cocina de aquella época.

En Nochistlán (hoy Zacatecas) se funda la primera Guadalajara en honor a la Guadalajara española, pero durante 10 años, el asentamiento fue cambiando de región hasta que en 1542 se estableció en el Valle de Atemajac (actualmente Guadalajara).

La nueva ciudad estaba rodeada de colonias y grupos indígenas como Analco, Mexicaltzingo e indígenas tlaxcaltecas que preparaban dulces de frutas con miel.

Los frailes que llegaron con el fin de conquistar espiritualmente a los indígenas, fundaron algunos conventos. Uno de éstos, el de San Francisco, se estableció en Tetlán.

Dirigido y fundado por Fray Antonio de Segovia este claustro se cambió a orillas del río Agua Blanca (San Juan de Dios).

En el convento se producián dulces y conservas que se vendían en tianguis o mercados junto con los productos indíguenas como miel de abeja, de maguey, maíz, y de luna, así como gran cantidad de frutas de la tierra.

La fusión de ideologías, de creencias y de cocinas se dio con la unión de frutas, mieles, granos y semillas con el huevo, la leche y el azúcar.

El cultivo de la caña de azúcar se da tardíamente en la Nueva Galicia, pues fue hasta el Siglo 17 que se tienen noticias de haciendas cañeras en Ocotlán y la Barca en el Valle de Ameca, Tala y Autlán y más tarde por el rumbo de Tamazula.

De los trapiches de estas haciendas salía el azúcar, el melado y el piloncillo.

Salidos de los conventos

El primer convento que se construyó en Guadalajara fue para albergar a las monjas concepcionistas en 1585. Se edificó en lo que actualmente es el mercado Corona y que en el Siglo 17 se pasó a donde actualmente se encuentra el Templo Santa María de Gracia.

Este convento tenía una cocina muy grande y pulida, toda llena de azulejos, de ahí salía el mejor pan que se vendía en la ciudad.

Las religiosas también hacían dulces con las frutas de la huerta y lo mismo otras cosas como jericayas y arroz con leche, canela y yemas de huevo.

De la cocina del convento de las monjas nazarenas de Jesús María, salían dulces y confites para la Navidad como las aleluyas de piñón, tortitas...

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