Hugh Jackman: Demasiado bueno para ser verdad

AutorAlberto Ramírez

Ser un imponente mutante con garras, un talentoso cantante y bailarín o simplemente una de las más grandes estrellas de Hollywood basta para convertirte en el héroe de mucha gente, pero no es lo suficiente para conquistar al público más crítico y complicado: los hijos.

Eso lo tiene muy claro Hugh Jackman, padre de Oscar Maximillian, de 11 años, y Ava Eliot, de 6, a quienes adoptó junto con su esposa Deborra-Lee Furness.

"Quieren ver a su papá como valiente y fuerte, como alguien que siempre tiene el control de cualquier situación", expresa Jackman en una entrevista realizada en un hotel de Beverly Hills.

El actor se detiene para reflexionar su respuesta, para después llegar a una conclusión que se relaciona con su nueva película, Gigantes de Acero (Real Steel, 2011), que se estrena este viernes.

Ésta se ubica en un futuro cercano donde los humanos son sustituidos por robots de 2.5 metros en las peleas de box.

Jackman da vida a Charlie Kenton, un pugilista que se vio obligado a retirarse de los cuadriláteros ante dicha situación y convertirse en promotor y operador de esos colosos mecánicos, lo cual le genera dinero suficiente para sobrevivir, pero sin posibilidad de pagar sus múltiples deudas.

Cuando la situación parecía no poderse complicar más, la madre de su distanciado hijo de 10 años muere, por lo que Charlie tendrá a Max (Dakota Goyo) de regreso en su vida en contra de la voluntad de ambos.

El hallazgo de un robot chatarra, llamado Atom, en un basurero les da la oportunidad de entablar una conexión, aunque cada uno tiene sus propios objetivos.

"Después de todo el conflicto que traen Charlie y Max, hay una sola cosa que el niño le pide a su padre: que pelee por él", continúa Jackman al explicar qué es lo que requiere un hijo para ver a su papá como héroe.

"Ésa es la clave, no importa lo que hagas, simplemente tienes que estar ahí, tu hijo sólo quiere saber que estás en la 'esquina del cuadrilátero' dispuesto a pelear por él, cueste lo que cueste".

Antes de su profesión como actor, el australiano de 42 años da prioridad a su papel como padre, que fue lo que, irónicamente, lo convenció a aceptar el rol en Gigantes de Acero.

"Cuando empezaba a leer el guión, mi hijo tenía problemas para dormir y me pidió que le leyera una historia, y tratando de hacer dos cosas al mismo tiempo, decidí leerle el guión", aclara.

"Ya lo había hecho antes y siempre se aburría y se quedaba dormido, pero con Gigantes de Acero sucedió lo contrario. No quería que...

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