Humberto Musacchio/ El embajador malagradecido

AutorHumberto Musacchio

Nada menos apreciado que los amores fáciles. Cuando ni siquiera hay que emplear las horas y las argucias del cortejo, la conquista no es tal. En todo caso es regalo no pedido, entrega sin condiciones.

En esa lógica se inscriben las declaraciones del embajador de Estados Unidos en México, el señor Jeffrey Davidow, quien declaró en un español fluido y perfectamente legible que "las sedes del mundo del narcotráfico ya están en México", además de que comparó a esta República con Sicilia, tierra de la Mafia. Pese a todo, el diplomático (?) le perdonó la vida a México y anunció que este año recibirá la "certificación", pues ya se sabe que Estados Unidos se arroga el derecho de expedir certificados de buena conducta a los países que producen o exportan lo que sus ciudadanos consumen.

Senadores de los tres partidos mayores condenaron las declaraciones del representante de Washington y exigieron a la Cancillería que presente una nota de protesta ante el Departamento de Estado, lo que por supuesto está por verse. Representantes de diversos sectores respondieron indignados ante lo dicho por el embajador, aunque Andrés Manuel López Obrador, del PRD, señaló que si Davidow "mete la nariz en asuntos nacionales es porque Zedillo y todo el grupo de tecnócratas que mal gobierna al País así lo han permitido". Por el estilo fue la declaración de Vicente Fox, quien estuvo de acuerdo con el embajador estadounidense en que México es "un gran asentamiento de narcos y territorio propicio para la promoción del tráfico de estupefacientes y de lavado de dinero", aunque negó autoridad moral al declarante, "pues su país es el principal consumidor de drogas en el mundo".

En medio del revuelo que causaron las declaraciones del embajador, pocos repararon en que el mismo día, en la capital de Estados Unidos, el Senador Jesse Helms negó que hubiera avances en la lucha contra las mafias del narcotráfico y tildó de "insatisfactorio" el desempeño de México en ese combate. La declaración de Helms fue hecha a menos de una semana de que Bill Clinton echara su bendición al Gobierno mexicano, pero ni eso pudo evitar la guerrita de palabras que debe tener a los grandes capos de la droga muriéndose de risa.

Como se sabe, el pastel del poder está muy repartido en Estados Unidos. El Juez de un pueblo rascuache puede impedir el paso de aguacates mexicanos a través de la frontera o cerrar las garitas a los camiones de carga que llegan del sur. Igualmente, el Senado y la Cámara de...

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