El humor como refugio

AutorJonathan Hernández

Charles Simic (Belgrado, 1938) vivió su infancia cercado por la guerra. Las bombas -cuenta- eran habituales a su alrededor, pero entre los escombros de la violencia hubo algo que siempre despejó el panorama y aún hoy en día lo sigue haciendo: el humor.

De sus primeros años, cuando tenía aproximadamente ocho, recuerda que él y sus vecinos se refugiaban en una bodega, mientras los proyectiles caían en su ciudad natal.

"Había un niño de seis años, más o menos, que vivía en el edificio y no había señal de él. La madre preguntó dónde estaba, las bombas sonaban afuera, así que fueron a buscarlo y lo hallaron en la calle viéndolas caer.

"Cuando le dijeron a la mamá en dónde lo habían encontrado le empezó a pegar y le dijo 'si lo haces de nuevo te voy a matar'... Las bombas estaban cayendo sobre nosotros y todos en la bodega, hasta las personas más pesimistas, nos rompimos, comenzamos a reír, pero así son las cosas", dice -con voz entrecortada por el carcajeo- el autor de El Mundo no se Acaba, A Wedding in Hell (Una Boda en el Infierno) y El Lunático.

Es este sentido el que le permite sobrellevar los momentos más difíciles y que traslada a sus textos. Desde el panorama político a lo que considera la falta de...

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