Inventor y político

AutorPedro Mellado

Desde Guadalajara ha exportado maquinaria con tecnología ciento por ciento tapatía, a por lo menos 90 países del mundo en los cuales se fabrica tortilla de harina, incluyendo regiones remotas de África, América Latina y Europa.

A sus habilidades de inventor y para la mecánica, se suma su vocación por la ecología y en particular por la defensa de la Cuenca Lerma-Chapala-Santiago. Pero también ha incursionado en la política. Estuvo primero en el PRI, después fue diputado local por el Verde Ecologista y regidor en Zapopan por el PRD.

Como dirigente empresarial participó en las consultas para la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), al cual siempre se opuso, porque lo consideró lesivo para nuestro País, puesto que se le impusieron severas normas de competencia comercial desventajosas, contra economías más fuertes y con mayor desarrollo tecnológico. Advierte que el TLC ha generado mucha pobreza.

Presume que la llegada del PAN al Gobierno de Jalisco fue consentida por el Gobierno del priista Ernesto Zedillo (1994-2000).

Está avecinado en Guadalajara desde hace 43 años, pues nació el 24 de octubre de 1936 en Yuriria, Guanajuato, en el seno de una familia de campesinos. Estudió hasta el primer grado de preparatoria. Está casado con Edith Piña, con quien procreó seis hijos: Edith, Manuel, Alberto, Armando, Argelia y Baideve. Tiene también 17 nietos.

Esta es su historia.

DE LA TOSTADA

¿Cómo incursionó usted en la industria de la tortilla?

Llegué a Guadalajara en 1967, representando a una empresa de Suecia, que vendía cajas registradoras para el comercio (era gerente de Hugin de México). Yo venía del Distrito Federal, donde había vivido 17 años.

Mi empresa la inicié en 1968 cuando me di cuenta de que, a diferencia del Distrito Federal, aquí la gente consumía más tostadas que pan, de tal forma que me acostumbré a las tostadas. Yo compraba las tostadas en la Colonia del Fresno y observé que no se elaboraban en condiciones muy higiénicas. Se hacían en locales con pisos de tierra, techos de cartón, de manera artesanal.

A los 33 años de edad dejé la empresa Hugin y decidí que ya era tiempo de que dejara de trabajar como empleado. Tenía tres hijos. Me di cuenta de que había un espacio de oportunidad para fabricar máquinas que pudieran procesar tostadas de manera más higiénica y eficiente.

Cuando uno llegaba a las tostaderías en la tarde, ya había un olor a masa aceda. Ellos recibían su masa a las 7 de la mañana y todavía a las 5, 6 de la tarde estaban extendiendo al sol las tortillas precocidas, para que se deshidrataran y luego meterlas al aceite. Al sacarlas del aceite se rociaban con agua de sal colorada de Colima, una sal que era muy cotizada...

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