Frontera Invisible / El tortuoso sendero de la tortura

AutorSergio Muñoz Bata

La mayoría de los senadores demócratas querían que Mukasey declarara que el simulacro de ahogamiento que practica la Agencia Central de Inteligencia a los sospechosos de ser terroristas viola las leyes del país contra la tortura.

Mukasey se resistió aduciendo que fue el propio Congreso quien exceptuó a la Agencia Central de Inteligencia de apegarse a las leyes que, por ejemplo, le impiden utilizarlo al Ejército norteamericano. Práctico y conciliador, el senador republicano Arlen Specter, propuso que la solución sería que el Congreso aprobara una ley prohibiéndole a la CIA dicha práctica.

El Presidente George W. Bush niega que haya un problema. "Este Gobierno no tortura a la gente", ha dicho a menudo mientras que la Secretaria de Estado, Condoleezza Rice, no se cansa de repetir que, en el combate contra el terrorismo, los estadounidenses siempre han respetado las leyes nacionales e internacionales.

El asunto, sin embargo, es mucho más complejo de lo que parece, entre otras causas porque para el Presidente todo se vale cuando dice que lo que está en juego es la seguridad nacional y sólo él y su camarilla saben cuándo, cómo y quiénes la ponen en peligro.

Los congresistas parecen pensar que el problema es la indefinición legal del tema de la tortura, no la ambigüedad moral con la que lo enfrentan. Y para el americano común y corriente, la tortura es ajena, es algo que sucede en otros países, no en el suyo.

Refutar al Presidente es imposible. Quien no admite que un simulacro de ahogamiento es tortura menos aceptará que es ilegal.

Tampoco parece tarea fácil intentar convencer al Congreso que el problema no se resuelve promulgando nuevas leyes, sino obligando a que se respeten convenios internacionales vigentes como el Convenio de Ginebra de 1949 que prohíbe atentar contra la vida y la integridad corporal en todas sus formas, el homicidio, las mutilaciones, los tratos crueles, la tortura y los suplicios.

Y la Convención contra la Tortura de Naciones Unidas de 1987 que define como tortura todo acto por el cual intencionalmente se cause sufrimiento grave a una persona para obtener información o una confesión.

En cuanto a las normas y leyes nacionales vigentes si bien es cierto que en el memorando Bybee del Departamento de Justicia del 2002, se estipula que la tortura es una pena que resulta "difícil de soportar" y cuya intensidad "debe ser equiparable al dolor ocasionado por la pérdida...

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