La irresistible ascensión de Aznar

AutorLuis Méndez

España

MADRID.-El nombre de José María Aznar es sinónimo de perseverancia.

No se explica de otro modo el imparable ascenso de un político al que desde hace años se le viene criticando su falta de carisma, su escaso gancho popular, su mala dicción y su pobre oratoria, su poca gracia y su acartonamiento en público cuando, precisamente, lo que necesitaba era soltar el cuerpo y sonreír. Con estas tarjetas de presentación, nadie se hubiera atrevido a pronosticarle a Aznar un buen futuro político.

Sin embargo, el dirigente conservador no sólo llegó en las elecciones de 1996 al Palacio de la Moncloa, sino que acaba de revalidar su mandato con una mayoría absoluta que coloca al Partido Popular (PP) en una posición inmejorable de cara a futuras convocatorias electorales. Consciente de sus limitaciones, enamorado de los datos, tozudo desde los tiempos en los que ganó las duras oposiciones a inspector de Hacienda, Aznar ha aprendido lo suficiente de sus antecesores en el Gobierno de la nación como para no dejarse emborrachar por el éxito.

Hace 10 años, el entonces candidato del PP a la Presidencia era incapaz de ofrecer a los periodistas un solo titular en una rueda de prensa, por la sencilla razón de que casi nunca acababa las frases que empezaba. No obstante, en las elecciones de 1993 daría la primera sorpresa a pesar de que su partido perdiera los comicios frente a los socialistas. Convenientemente asesorado, el candidato Aznar se enfrentó al descomunal Felipe González en un debate público, retransmitido por televisión a todo el país. El líder socialista llegó al plató sobrado, sin más armas que su carisma, su locuacidad y su enorme capacidad para improvisar sin que se le notara. Aznar, por el contrario, acudió más que preparado al debate, y se dedicó durante todo el programa a contrastar las promesas socialistas con los resultados del Gobierno. Se impuso con creces a su adversario, cuando todos apostaban por el caballo ganador. El gigante González tomó buena nota y en el segundo debate se cobró la revancha.

Pero el dirigente conservador había demostrado ya que era capaz de suplir sus carencias más evidentes a golpe de documentación. Sumas y...

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