Irreverente talento

AutorRebeca Pérez Vega

Su universo era curioso, explosivo y lleno de colores. En sus lienzos había animales y flora salvaje, cosmos inéditos, cuerpos desnudos, pensamientos libres y transparentes. Su vida y su obra estaban reunidas en un solo cuerpo al que autonombró como Juan Kraeppellin.

Juan José Ávila Aceves o Juan Kraeppellin nació el 13 de febrero de 1948 y se despidió del mundo exactamente 61 años después, en 2009. Este año se cumple una década de su muerte, pero su legado plástico sigue fuerte entre sus amigos y conocidos.

En un inicio Juan quiso estudiar Ingeniería, sin embargo dejó la carrera muy pronto para emprender distintos viajes. Aunque tomó algunas clases en la Escuela de Artes del Cabañas, incursionó en la escultura y la pintura en la década de los 70 como un artista autodidacta y "naif", con una fuerte influencia del surrealismo, el dadaísmo, el esoterismo y el budismo.

Siempre estaba produciendo, era un hombre muy dedicado a su trabajo. Le gustaba pintar en el piso, escribir en el parque, moldear en su taller. Dejó una amplia producción artística -desde pintura, fotografía, escultura, cartas, documentos, ropa intervenida y una larga colección de objetos- con apoyo de su mecenas José Aguilar Valencia.

Colaboró en una larga lista de exposiciones individuales y colectivas en la Ciudad, que acompañaba con otras actividades desde actuaciones, lecturas o performance. La última exhibición que presenció en vida fue en 2007, con una retrospectiva en homenaje a 30 años de trayectoria en el Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara.

Como pocos, el tapatío logró que su obra fuera reunida en el Centro de Investigación y Archivo Kraeppellin (CIAK), impulsado por Andrés Aguilar, hijo de su mecenas, que cataloga y mantiene el acervo en una finca en la Colonia Chapalita.

Su trabajo, como su propia vida, eran provocador e irreverente, y a la vez estimulaba y generaba inspiración entre sus colegas, quienes cada año le rinden un homenaje y éste no será la excepción.

"Muchos amigos de Kraeppellin se reunían en su casa y el grupo que pintábamos con él nunca se desbarató, al contrario, cada vez entraron más amigos y luego de su muerte empezamos a hacer una exposición en su honor cada año y, desde entonces, no hemos parado", relata su amiga Pilar Michel Velasco.

El alto personaje de casi dos metros de altura no podía pasar desapercibido, sus insólitos atuendos -entre pantimedias, largos sacos y zapatos de colores, hasta extravagantes cortes de pelo- no lo...

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