Isabel Sepúlveda / Números rojos

AutorIsabel Sepúlveda

Nada más frío que los números. No tienen cara ni sentimientos con los que podamos conectarnos, mirándoles a los ojos para convencerlos de lo bien que van las cosas, a pesar de los alarmantes resultados que nos muestran. Algo así deben estar pensando los priistas, después de conocer las encuestas realizadas por MURAL sobre preferencias electorales en los municipios de Guadalajara y Tlaquepaque, con vistas a la elección intermedia del 5 de junio de 2015.

Aun cuando el PRI tiene ligera ventaja como partido en dichas preferencias, tanto el posible candidato para Guadalajara, Enrique Alfaro de Movimiento Ciudadano, como el probable para Tlaquepaque, Hernán Cortés del PAN, superan por muy amplio margen a los priistas propuestos por MURAL como contrincantes, a pesar de su supuesta popularidad.

Números en Guadalajara: Alfaro, 59%; del PRI Arturo Zamora, 21%; el ahora multipublicitado ajonjolí de todos los eventos tapatíos, Miguel Castro, apenas 4%; el amigocho del Gobernador Aristóteles Sandoval, Francisco Ayón, 2%, y la carta sorpresa, Mauricio Gudiño 1%. En Tlaquepaque: Cortés, ex Alcalde de ese municipio, 38%, está veintidós puntos por arriba del diputado federal priista Marco Antonio Barba, uno de los multimillonarios hijos del austero líder eterno de la CROC, el "Güero" Barba (el pobre, dice, ni una bicicleta tiene), y quien sólo tiene las simpatías del 16% de los habitantes de ese Municipio.

Por partidos, el PRI tiene una ligera ventaja en la Perla Tapatía: 21%; PAN 17%; MC 13%, y Grupo UdeG, oficialmente registrado como PRD, apenas 5%. La diferencia en Tlaquepaque es mayor: 30% PRI; 18% PAN; MC 4%, al igual que UdeG/PRD. En los dos municipios, 56 por ciento de los habitantes votarían por algún candidato registrado por estos partidos, mientras el 44 por ciento restante no sabe, no le interesa, anularía su voto o lo daría a otra persona. Focos rojos en el PRI.

Carisma mata partido. O más bien, mientras los partidos se suicidan poco a poco, los ciudadanos ponen atención a líderes carismáticos. Pero cuidado: cuando las instituciones fallan, la población idealiza personajes, busca ídolos. Pero un líder solo no puede remediar ninguna situación. Siempre somos parte de un sistema en el cual cada miembro incide en los demás. De sobra conocemos líderes políticos que han llegado a gobernar con las mejores intenciones y terminan su periodo con un pésimo desempeño público porque no conformaron un buen equipo de trabajo, o...

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