Isabel Sepúlveda / Nuevas realidades

AutorIsabel Sepúlveda

Toda mi solidaridad

con Grupo REFORMA.

"Fuera de México todo es Cuautitlán". La famosa frase de la "Güera" Rodríguez, dicha en la primera mitad del siglo XIX, quedó en el uso popular de los habitantes de la Ciudad de México para referirse despectivamente a aquello que todavía llaman "provincia", o sea, todo el país, excepto, la capital.

El gentilicio "provinciano" servía, hasta hace poco, para nombrar a quienes vivían fuera del Distrito Federal (hoy Ciudad de México), con la connotación de ser alguien ingenuo, con poco mundo, rústico en el sentido de quien no ha desarrollado sus habilidades. La cultura de alto nivel, los grandes capitales económicos, el refinamiento social y académico, la modernidad urbana, el surgimiento y atención de nuevas ideas, pero sobre todo, el poder de mandar y ser obedecido en todos los rincones de la República, tenían como sede la capital. Hoy, hay quien todavía cree que para destacar y ser vanguardia en cualquiera de estas áreas es necesario radicar ahí.

La pérdida de vidas y la profunda crisis económica son muy lamentables. Pero la pandemia también puede tener consecuencias benéficas: la destrucción del paradigma de la Ciudad de México como único centro neurálgico del país, la desaparición del centralismo de facto que nos gobierna y el surgimiento de un verdadero federalismo tal como lo marca la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Los 70 años de vida del priismo se sostuvieron gracias a un sistema de gobierno marcadamente centralista. El Presidente en turno, con todo el poder durante su sexenio, junto con su gabinete y las principales centrales obreras y campesinas, emitía órdenes desde la cúspide de una pirámide, en la que los estados eran el cuerpo medio y los municipios, la base. Los Poderes Legislativo y Judicial, con sus réplicas en cada entidad, hacían su trabajo para aparentar una democracia republicana. Cualquier alcalde, gobernador, legislador o magistrado que se rebelara ante la autoridad era defenestrado, "ipso facto".

Después de año y medio de gobierno es obvio que el presidente López Obrador, bajo los auspicios de Bartlett y otros emisarios del pasado, desean regresar al centralismo de antaño. Ya no es posible. Las contradicciones en la información, la improvisación y el mal manejo de la emergencia sanitaria han aumentado la desconfianza en la forma en que la actual administración federal gobierna el país.

En medio de tiempos inciertos, la nueva realidad nos...

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