Isabel Turrent / En el espejo

AutorIsabel Turrent

You can disagree

without being disagreeable.

Justice Ruth Bader Ginsburg

Cuando el Partido Republicano decida finalmente verse en el espejo del apoyo incondicional que le ha dado a Donald Trump, se encontrará con el rostro de Richard Nixon. Los republicanos tendrán que aceptar que llevan decenios, probablemente 50 años, navegando políticamente bajo la bandera de la deshonestidad, la intolerancia, la radicalización y el racismo.

Nixon fue el arquitecto de la alianza sureña con las élites blancas de los viejos estados confederados -que ahora apoyan a Trump- e hizo hasta lo imposible por obstaculizar el Acta de Derechos Civiles de Johnson de 1964 enajenando a los votantes republicanos negros. Debió de haber tenido un dejo, casi inasible, de ética porque nunca se atrevió a decir, como Trump, que "desde Lincoln nadie ha sido mejor con los negros".

Pero el resultado fue el mismo: Nixon encabezó un gobierno racista y usó cualquier medio para mantenerse en el poder. Él y el Partido Republicano. Sus abusos del poder -como los del gobierno de Trump hoy- acabaron en Watergate. Pero su herencia sigue viva en la derecha republicana. Igual que la tentación nixoniana, que recogió George W. Bush, de manipular las leyes y las instituciones para erigir un monopolio republicano del poder.

Uno de los mayores errores que cometieron los medios independientes en 2016 fue analizar con supuesta equidad la campaña de Hillary Clinton y de Donald Trump. Aun antes de Nixon, esa equidad hubiera sido imposible porque comparar a los republicanos con los demócratas es una falsa equivalencia.

En los últimos años, los medios, empezando por Fox News que es el portavoz de Trump, han extendido el mito de esa supuesta equivalencia a la polarización: los demócratas, afirman, se han movido a la izquierda en la misma medida que los republicanos a la ultraderecha. Falso. Nada más revelador de que los demócratas se han movido al centro que el plan de salud de Barack Obama, mucho más moderado que cualquier propuesta anterior. Y llevando la analogía a lo que Estados Unidos está viviendo desde la muerte de la juez Ruth Bader Ginsburg, nada más elocuente que la aceptación demócrata del rechazo republicano a considerar siquiera a Merrick Garland, el nominado de Obama en 2016, cuando un asiento de la Suprema Corte de Justicia quedó vacante, frente a la descarada manipulación...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR