Ivabelle Arroyo / El poder en la Universidad

AutorIvabelle Arroyo

Ayer, por un momento pareció que un juez dejaba sin efecto el nombramiento de Marco Antonio Cortés Guardado como Rector sustituto de la Universidad de Guadalajara y regresaba el báculo a Carlos Briseño Torres.

Pero no. Era sólo el lenguaje retorcido del juez, quien se esforzó de verdad para que nadie comprendiera bien a bien lo que significaba concederle a Briseño la suspensión provisional. Varias veces le tuvieron que preguntar quién era el Rector a partir de hoy y él se las arreglaba para que esa respuesta fuera oscura. ¿Quién les enseña español a estos hombres? O mejor dicho, ¿quién les retuerce el cuello atrás? La maledicencia culpa a Celso Rodríguez (el magistrado presidente) y al priista Arturo Zamora, pero es sólo la maledicencia, ésa que conoce de otras decisiones del juez Cantinflas.

El caso es que el juez le dio entrada al amparo que se supone ya había sido otorgado de manera provisional. Pero al final lo que importa es quién abrirá la oficina de Rectoría mañana y ése será, según el mismo juez, el Rector Cortés Guardado. Briseño seguirá dando ruedas de prensa en algún hotel de la Ciudad.

El escenario que así se configura permite a la Universidad de Guadalajara enfilarse a la normalidad. Un Rector repudiado por el máximo órgano de gobierno no es nunca una autoridad deseable para ninguna organización del tipo que sea. Un director no puede operar con el consejo de administración en contra, ¿verdad? La autoridad no se construye con la etiqueta de un cargo y el poder no se ejerce a través de un multinivel virtual de correos electrónicos. "Una mayoría no puede estar por encima de la norma universitaria", dijo Briseño, dejando a muchos boquiabiertos con la extraña lógica que lo seduce: el Rector soy yo y yo aquí mando, sin importar lo que decidan 145 representantes universitarios con facultades normativas a quienes alguien lavó el coco.

Briseño podía, acorazado en su oficina, remover funcionarios de la administración central (a la fuerza, ni modo), atorar decisiones presupuestales...

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