Jaime Sánchez Susarrey / Balance previo

AutorJaime Sánchez Susarrey

El verdadero balance electoral lo harán los ciudadanos mañana domingo. Sin embargo las tendencias son muy claras. Todas las encuestas apuntan en el mismo sentido: la tasa de participación será baja, incluso muy baja, y no habrá sorpresas. La correlación de fuerzas en la Cámara de Diputados quedará prácticamente idéntica. El ánimo de la ciudadanía cambió radicalmente al cabo de tres años. La política se ha tornado gris. Impera la apatía y el desencanto. La paradoja es real: las primeras elecciones bajo el Gobierno de la alternancia mostrarán, por encima de todas las cosas, el hastío de los ciudadanos. Por eso se puede emprender, desde ahora, un balance previo de lo ocurrido en estos seis meses.

El Presidente de la República cometió, de nuevo, una imprudencia e hizo un mal cálculo. Se comprometió con la campaña de Acción Nacional sin necesidad alguna. Ni él ni Bucareli ni la dirección de su partido entendieron lo elemental. El mandato del 2 de julio de 2000 no se podrá corregir el 6 de julio de 2003. Fox inició el primer día de su administración con un Gobierno dividido y así terminará el último de sus días como Presidente. Convertir la elección intermedia en el punto de quiebra del sexenio fue una tontería. La composición del Senado, pase lo que pase mañana, quedará idéntica. Peor aún. Todo indica que no habrá siquiera una modificación significativa en la Cámara de Diputados. Sin embargo el activismo presidencial terminó confrontándolo con todos los partidos de oposición y con el Instituto Federal Electoral. Los bandazos y las contradicciones estuvieron, como en ocasiones anteriores, al orden del día. El Presidente perdió en todos los campos. No logró impulsar la votación por su partido. No logrará la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados. Perdió autoridad moral. Lastimó innecesariamente las relaciones con los partidos con los que tendrá que negociar las reformas estructurales. Y, sobre todo, se autoinfligió una derrota más. Así que peor, imposible.

El Instituto Federal Electoral es, sin duda, una institución consolidada. Ninguna fuerza política cuestiona hoy la transparencia y la equidad de los procesos electorales. Los tiempos en que se impugnaba el padrón electoral han quedado atrás. Nadie habla ya de robo de urnas, del ratón loco, del voto inducido o del uso desmedido de recursos por una sola fuerza política. De hecho, la alternancia acabó de consolidar la equidad y la competencia. Desde la creación del Instituto Federal Electoral...

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