Jaime Sánchez Susarrey / La izquierda

AutorJaime Sánchez Susarrey

López perdió la Presidencia, por primera vez, durante 2006. La ventaja que tenía al inicio de la contienda era de 10 puntos sobre Felipe Calderón. Sólo un milagro o él mismo podrían impedir su triunfo.

Ocurrió lo segundo. Los errores se fueron acumulando sistemáticamente. El "cállate, Chachalaca" dirigido a Fox fue su primer tropiezo. Luego, su ausencia en el primer debate. Y, por último, la renuencia a admitir las encuestas y la mentira repetida hasta el cansancio de que llevaba 10 puntos de ventaja.

La segunda pérdida de la Presidencia de la República ocurrió inmediatamente después de la primera. López anunció su victoria sin tener información que lo respaldara. Y una vez que aparecieron los resultados oficiales denunció un gran fraude electoral.

Vinieron entonces las movilizaciones y las denuncias acompañadas de todo tipo de presiones. El "movimiento" tomó avenida Reforma, lo invistió presidente legítimo y se preparó para impedir la toma de posesión de Felipe Calderón el 1 de diciembre.

Fue en esos meses que López perdió, por segunda vez, la Presidencia de la República. Porque si el candidato del PRD hubiera tenido altura de miras y responsabilidad política, se hubiera convertido en el interlocutor obligado del nuevo gobierno y en el líder indiscutido de la oposición.

Pero el lugar que dejó vació fue ocupado y aprovechado por el PRI, que a partir de entonces capitalizó su juego como fiel de la balanza. La fuerza adquirida y utilizada con habilidad por los priistas no derivaba de su tercer lugar en 2006, sino de la polarización que gestó López Obrador.

Así que, aunque ya se sabe que el hubiera no existe, es indiscutible que si López Obrador hubiera reconocido su derrota, hecho una autocrítica y promovido una política de oposición responsable, hoy estaría a un paso de la Presidencia de la República. Las encuestas lo situarían a la par o por encima de Peña Nieto.

Pero no es el caso. Y no será el caso, porque entre el 3 de julio y el 1 de diciembre de 2006 la gente pudo comprobar, una y otra vez, que la advertencia: AMLO es un peligro para México, era mucho más que propaganda.

Eso es lo que recogen y recogerán las encuestas. Porque hay dos elementos que no van a cambiar: uno, gran parte de los ciudadanos que votaron por López en 2006 no volverán a votar por él. Y, junto con pegado, los negativos de López en población abierta son y seguirán siendo muy altos.

Con un agravante. Una porción importante de los jóvenes que sufragarán en 2012 no...

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