Jaime Sánchez Susarrey / Pendular

AutorJaime Sánchez Susarrey

Felipe Calderón no es bipolar, pero sí pendular. El 2 de septiembre anunció un giro de 180 grados. Su gobierno iría por las reformas urgentes que demanda el país. Pero inmediatamente después vino el bandazo. La iniciativa de ingresos de la Secretaría de Hacienda se ajustó al viejo guión: proponer poco para obtener algo, tal como la primera "reforma fiscal" de 2007.

El final fue desastroso. El Presidente de la República quedó mal con todo el mundo. Y no podría haber sido de otro modo. Mientras los ajustes al gasto público fueron menores, se cargó la mano como siempre a los causantes cautivos. La caída de la popularidad de Felipe Calderón en todas las encuestas recientes refleja ese malestar ciudadano.

El Presidente, sin embargo o por lo mismo, decidió volver a la carga. Al celebrar el tercer aniversario de su gobierno enarboló de nuevo su manifiesto reformista. La lista de tareas incluye una nueva reforma energética, una verdadera reforma fiscal, una reforma laboral, una reforma en comunicaciones y, por supuesto, una reforma electoral.

En el mismo tenor, y para que no quedaran dudas de que hablaba en serio, Calderón anunció que su iniciativa de reforma electoral contemplaría la reelección de diputados, senadores y presidentes municipales. Así como la reducción del número de los dos primeros. Llegó el momento de acabar con los tabús y los viejos mitos.

El deseo y el propósito del Presidente de la República son loables. Abrir varios frentes al mismo tiempo no es necesariamente un error. Pero a estas alturas del partido es indispensable que la estrategia diferencie objetivos y prioridades.

Me explico: en las áreas que competen exclusivamente al Ejecutivo federal, como la simplificación administrativa que es indispensable y urgente, no hay problema. El Presidente irá tan lejos y tan rápido como él quiera. No necesita negociar ni acordar la agenda con ninguna fuerza política.

Sin embargo, en materia de las reformas urgentes ocurre lo contrario. Es indispensable hacer números y sumas. Para sacar adelante las reformas energética, laboral y fiscal el gobierno de la República tiene, en teoría, dos interlocutores: el PRI y el PRD. Pero en la práctica las cosas son más simples. Sólo restan los priistas porque los perredistas jamás le entrarán a un proyecto de fondo. No se los permite ni su credo ni su "líder moral".

Los priistas, por su parte, están en una situación compleja. La victoria en las pasadas elecciones los puso, según sus cálculos, en la...

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