Jalisco lo recibe en casa

AutorJennifer Chan

Bajo la frágil cáscara de un tamarindo hay más que pulpa y semillas.

Lenguas escaldadas con dulces de infancia, refrescantes vasos de agua, arriesgados extremos culinarios y, más recientemente, una ventana de oportunidad para la agricultura estatal, encuentran la forma de cohabitar en la delicada vaina que ha hecho de Jalisco su más reciente hogar.

"Se produce principalmente en Colima, Jalisco y Michoacán", dice José Cortés, gerente de ventas de Casa Cortés, la principal distribuidora de tamarindo en el estado, "y en menor medida en Nayarit y Chiapas".

Sin embargo, la inclusión de Jalisco en este listado de proveedores del agridulce bocado de placer es muy reciente.

"Hace apenas poco más de 10 años que se descubrió que la zona hacia Casimiro Castillo, La Huerta y Tequesquitlán era muy favorable para la producción de tamarindo de calidad por su clima tropical templado", continúa Cortés.

La prueba de sembrarlo funcionó y hoy por hoy el porvenir de Jalisco pinta color de tamarindo. Según información de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA), entre 2001 y 2005 se sembraron 4 mil 953 hectáreas de tamarindo (tanto de temporal como de riego), mismas que produjeron 19 mil 726 toneladas. El valor de la producción de esos cinco años ascendió a 97 millones 913 mil 859 pesos. Y esto es sólo el comienzo.

"En esta zona (de Jalisco) estamos empezando, ahorita estamos produciendo poco pero hay bastante por crecer", afirma Francisco Suazo Angulo, productor de La Huerta, "de momento lo vendemos a distribuidores en Guadalajara que lo exportan, pero el plan es exportar nosotros directamente en un futuro".

El árbol del tamarindo puede medir hasta 30 metros y tarda alrededor de cinco años en dar fruto. El corte se realiza una vez al año, a mano con tijeras de podar, entre los meses de marzo y mayo.

El proceso de cortar el fruto de un sólo árbol puede llevarle a una persona hasta un día entero.

La ventaja del tamarindo jalisciense sobre sus contrapartes nacionales es que por su lejanía del mar la cáscara no muestra las manchas características que causa la humedad, que también pueden aparecer cuando se pasa de la fecha propicia para el corte.

"Comparado con el asiático, el nuestro es de mejor tamaño, tiene más pulpa y un sabor agridulce más intenso", continúa Suazo, "esta zona tiene una combinación de clima y tierra que garantizan calidad".

Entre cerros, al suroeste de Jalisco, se esconde así el futuro de nuestro...

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