Javier Hurtado/ La caja de Pandora

AutorJavier Hurtado

Finalmente, como no hay plazo que no se cumpla ni término que no se llegue, el 2 de julio nos llegó con sus realidades y no con sus supuestos: la jornada electoral no fue apocalíptica, pero sí muestra fehaciente de nuestra madurez democrática. Todo transcurrió en orden y de manera civilizada. Y lo que es más importante, se acreditó la confianza y credibilidad en la autoridad electoral, puesto que, concluida aquella, ninguno de los partidos, candidatos ni simpatizantes cantaron victoria al término de las votaciones: la incertidumbre inicial sobre el resultado, el respeto al fallo del árbitro y el elevado porcentaje de participación ciudadana, fueron signos inequívocos de este histórico proceso electoral.

Transcurridas las dos primeras horas de concluida la jornada electoral, la duda se disipó, y las encuestas electorales fueron refutadas: Vicente Fox, el candidato de la Alianza por el Cambio es el triunfador de la elección presidencial. Empero, este dato hay que leerlo con cautela: no se puede decir que haya ganado Fox, ni mucho menos el PAN; triunfó el antipriísmo y un movimiento político que hoy acredita plenamente su vigencia: el Foxismo, esa mezcla sui géneris de movimiento cívico y expresión electoral partidaria. De igual forma, no perdió Labastida, sino que perdió el PRI; y triunfó una esperanza por el cambio.

Si las tendencias se confirman, el 2 de julio del año 2000 habrá pasado a la historia, no sólo como el día en que el PRI perdió la Presidencia de la República, también como la fecha en que, por primera vez en nuestro País, un Presidente es electo con menos del 50 por ciento de los sufragios. Sin embargo, esto, al mismo que no le resta la legitimidad democrática al nuevo gobernante, tampoco permitirá -por disposiciones de la ley electoral- que el partido del nuevo Presidente sea minoritario en la Cámara de Diputados federal, no obstante que sus candidatos a ése cargo merecieron menor porcentaje de votación que el candidato presidencial. De ahí pues que las posibilidades de que el Poder Legislativo acote a la nueva Presidencia se reducirán sensiblemente; aunque, por otro lado, permitirán que los cambios propuestos por el entonces candidato Vicente Fox sean más factibles de lograrse.

Sin embargo, el saldo más positivo de esta elección es que el largo y sobado discurso de la "transición" habrá llegado a su término en México. Fox no puede plantearse ya como Presidente de la "transición" o como cabeza de un Gobierno de ese tipo, puesto...

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