Jesús Silva-Herzog Márquez / El miedo del periodista

AutorJesús Silva-Herzog Márquez

Tenía razón Montesquieu al advertir que, en el fondo, lo que cuenta en la política es la naturaleza de las emociones que nos vinculan. El viejo aristócrata sabía perfectamente bien que las reglas eran cruciales. Si el poder se concentra en una sola persona (o en una sola institución o en un solo grupo) habrá abusos. Sólo con equilibrios puede haber tranquilidad. Pero esa prudencia institucional, esa apuesta por los contrapesos expresaba su confianza en que podría cultivarse un tipo de relación social. La moderación permitiría la convivencia. El barón creía que la convivencia civilizada podía asentar en la deferencia o en la igualdad. República y monarquía podían ser escenarios auspiciosos de la civilidad política. El tuteo de la igualdad o las reverencias de la jerarquía podrían acoger algún tipo de convivencia digna. Sólo un sentimiento la haría imposible: el miedo.

El miedo era la emoción primigenia, la pasión política elemental. De ahí viene la política y a ahí regresa cuando se rompen las reglas, cuando degeneran las instituciones, cuando se carcome la confianza. Montesquieu sabía que la arquitectura de la libertad era compleja y exigente, mientras que la estructura del despotismo era lo más simple del mundo. Dejada la cosa pública al garete, el despotismo del miedo se impondrá. La crisis política que es desconfianza en los órganos representativos, ineficacia de las estructuras de seguridad, captura del Estado se refleja en esa emoción desparramada: temor.

Lo escribo cuando vuelven las noticias de un periodista amenazado que termina torturado y muerto. Es, otra vez, un periodista veracruzano que paga con su vida el atrevimiento de indagar y de retratar las atrocidades de nuestro momento. El periodismo es una profesión altamente riesgosa en México. No lo es solamente por la intimidación y la crueldad del crimen organizado sino también por la incompetencia y la arbitrariedad de los gobiernos locales. Es importante volver a decirlo: la inseguridad del periodismo es la inseguridad de todos. Si las agresiones a los periodistas merecen atención especial es porque desarrollan una tarea pública que a todos importa. Cuando los profesionales de la información no cuentan con condiciones para ejercer su trabajo es a la sociedad entera a quien se agrede. El temor que siente un reportero al hacer su trabajo es nuestro. Quieren silenciarlos para que seamos todos sordos. Quieren tapar la verdad para que todos seamos ciegos. Quieren...

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