Jorge Salcedo Padilla Jr. / Sin salida

AutorJorge Salcedo Padilla Jr.

Cada vez es más común escuchar sobre el gran número de negocios que están optando por reducir su número de jornadas de trabajo, recortar personal, renegociar salarios y prestaciones, en fin, todo lo que permita "dar un poco de aire" a un muy dañado sector industrial.

Muchos culparán de esto al Gobierno, que no carece de culpa, sin embargo, no es el único responsable de esta lamentable situación. Las nuevas tecnologías y la globalización han generado un enorme y desproporcionado aumento en la productividad. Las nuevas máquinas y los sistemas de producción y administración modernos han hecho posible que una persona haga lo que antes hacían 10, y que una máquina haga lo que antes hacían 100 personas. Esto está generando grandes bolsas de desempleo a lo largo y a lo ancho del orbe. No sólo en los países subdesarrollados, también en los países desarrollados. En EU, que es uno de los países con mayor aumento de la productividad en el mundo, el desempleo actual suma el 6 por ciento de la fuerza laboral.

Estas bolsas de desempleo empujan los salarios a la baja. Hoy podemos ver, especialmente en el sector financiero y en el de la electrónica, cómo millares de profesionistas están dispuestos a contratarse por sólo una fracción de lo que lo hubieran hecho en el pasado.

Las bolsas de desempleo hacen que el poder adquisitivo de los mercados se contraiga cada vez más e impulse el cierre de cada vez más empresas, creando así un círculo vicioso. La capacidad instalada supera con mucho a la demanda en el ámbito mundial, situación que se recrudece en países, como el nuestro, que poseen un mercado interno crónicamente raquítico. Una situación así no hace sino forzar a la baja los precios de bienes y servicios, y también el valor de un bien cada vez más escaso: el trabajo.

Pero no todo resulta negativo. Las nuevas tecnologías también han creado nuevas formas de trabajo, como los trabajos desde el hogar, gracias a las computadoras y a la comunicación electrónica.

Ante un sistema económico donde la tecnología catapulta la productividad, el trabajo se convierte en un bien secundario, y por lo tanto, subvaluado, ya que las máquinas pueden hacer con mayor eficiencia lo que muchos humanos hacían. La logística moderna ha permitido que los factores tiempo y distancia se hayan convertido en irrelevantes, lo que ha dotado a las empresas trasnacionales de gran movilidad, pues pueden fácilmente relocalizar sus plantas manufactureras en cualquier parte del mundo donde el...

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