Jorge Suárez-Vélez / Dogma o aritmética

AutorJorge Suárez-Vélez

Históricamente, con algunas excepciones, los países ricos en recursos naturales han crecido menos que aquellos que no los tienen. La dependencia en la renta que proviene de explotarlos reduce los incentivos para promover desarrollo industrial. Al generar recursos fiscales abundantes, hay menos necesidad de una política fiscal sensata, y cuando el gobierno depende menos de los recursos que provienen de contribuyentes, la rendición de cuentas pierde relevancia.

Pero a AMLO le gustaría que volvamos a ser predominantemente productores de petróleo. Peor aún. Él y su equipo creen que la política energética debe girar alrededor de Pemex, sin ver que la prioridad debe ser proveer a México de la energía más ubicua y barata posible. No entienden que la soberanía energética no emana de gastar nuestros escasos recursos fiscales en una autosuficiencia dogmáticamente conveniente, pero prácticamente inútil, sino de generar mercados competitivos que prioricen al consumidor en un país que necesitará más y mejor energía conforme se industrialice y desarrolle.

El reto es maximizar la extracción de petróleo y gas en el menor tiempo posible. Vamos contra reloj. Primero, porque se acelera el abaratamiento de energías alternativas y el desarrollo de baterías más eficientes resolverá su intermitencia. Segundo, porque urge convertir recursos que yacen ociosos en el subsuelo, en infraestructura que detone inversión en otros sectores y en educación que permita que nuestros jóvenes tengan la posibilidad de insertarse en la nueva economía del conocimiento, en la revolución tecnológica que vivimos.

El impacto transversal de una política energética inteligente detona otros sectores. No hay tiempo que perder porque las ventajas relativas que hemos desarrollado en manufacturas desaparecerán conforme la robotización y la automatización avancen.

De acuerdo con la Agencia Internacional de Energía, para volver a una plataforma productiva de 2.5 millones de barriles diarios, México necesita de 24 mil millones de dólares de inversión anual de aquí a 2040. No los tenemos. Más aún, el costo del altísimo endeudamiento de Pemex aumentará conforme el mercado vea que crece la brecha entre su colosal y creciente endeudamiento y su capacidad productiva en caída libre. Este es el principal riesgo a las finanzas...

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