Jorge Suárez-Vélez / Hay de robos a robos

AutorJorge Suárez-Vélez

La corrupción ha sido un cáncer que sesga el destino de recursos públicos, provocando su desperdicio; encarece proyectos, premia injustamente a quien sabe navegar el sistema y enriquece a políticos deshonestos. Quienes apoyaron a AMLO, y se van decepcionando, dicen que al menos este gobierno "ya no está robando". Habría que analizarlo.

La corrupción es sólo la forma más ostensible en que un mal gobierno roba. Éste canceló el NAIM, la obra pública en construcción más importante en América Latina. Nos robó la posibilidad de tener un país bien conectado internacionalmente, de infraestructura que nos haría más productivos, y les robó a ciudades secundarias la posibilidad de conectarse a inversión y turismo. Cancelarlo costó entre los 100 mil millones que calculó Jiménez Espriú y los 2.7 billones de pesos que calculó Meade. En Dos Bocas tiraremos entre 152 mil y 300 mil millones, según qué estimado creamos, y en el Tren Maya otro tanto. Para pagar estos elefantes blancos, le roban recursos al Seguro Popular, a Prospera, a la investigación científica, etc. A la persona sin recursos cuyo hijo se quedó sin quimioterapia le da igual si fue por austeridad o porque un político se lo robó.

Al no honrar contratos firmados, este gobierno disuade a la inversión privada nacional y extranjera. No se generarán empleos, no crecerá la producción, y no se contratarán servicios. Les roban a muchos jóvenes la posibilidad de empleo formal, capacitación y experiencia laboral.

La ineptitud también nos roba. La ligereza, irresponsabilidad e ignorancia ante la grave crisis de Pemex acabarán contaminando a las finanzas públicas del país. La brecha entre producción en picada y el creciente costo de la deuda de la petrolera (que aumentará conforme su calificación baje), forzará a que el gobierno federal le inyecte mucho más de lo previsto para mantenerla a flote.

La falta de crecimiento mermará la recaudación fiscal. Si AMLO cumple con no incrementar impuestos hasta 2022, cuando lo haga, irá tras de todo lo que rime con fifí. Lo hará sin aumentar la base tributaria, tocar el IVA, u otros tipos de recaudación más sensatos. Viene el impuesto a la herencia, pero temo que busquen un impuesto a la riqueza. Empiezan a decir que les gustan las tasas marginales de ISR de países escandinavos, que llegan a 53%. Esto, sumado a políticas peligrosas, como la Ley de Extinción de Dominio, provocará un éxodo masivo de familias con recursos.

Pero hay otros robos menos evidentes. El otro...

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