Jorge Suárez-Vélez / Segundo strike cantado

AutorJorge Suárez-Vélez

El extenso análisis que se ha hecho sobre la decisión de que Pemex mismo construya Dos Bocas, pierde de vista las implicaciones de política económica que ésta evidencia.

El Presidente sigue sin entender que es obsoleta su visión de México como país petrolero. Si bien añoraría tener acceso a renta que proviniera de vender un recurso natural, como lo tuvieron populistas como Chávez en Venezuela o Lula en Brasil, no aprecia el profundo cambio en la estructura económica de México. Logramos industrializar regiones extensas del centro y norte, consiguiendo ahí tasas de crecimiento similares a las de países del sudeste asiático (3.8% anual de 2010 a 2018), a partir de la integración a Norteamérica que el TLCAN hizo posible; en contraste con el sur que creció 0.4% anual en el mismo periodo. El crecimiento económico de México ha provenido de inversión privada que es siete veces superior a la del gobierno. Las regiones que crecen tienen vigorosa actividad empresarial; las que no, no crecen.

La paupérrima situación financiera de Pemex atenta contra la estabilidad fiscal, cambiaria y económica del país. Lejos de que la renta petrolera sume al proyecto de Morena, México tendría un punto más de crecimiento anual sin Pemex. Si no detenemos pronto su deterioro, arrastrará finanzas públicas que se han mantenido razonablemente sanas por décadas, poniendo en riesgo nuestra calificación crediticia, la segunda más alta en América Latina después de Chile. Provocaría una devaluación del peso que liquidaría a la 4T.

El mayor peligro de la obstinación de AMLO de construir Dos Bocas no está sólo en la necedad patente en darle a Pemex una obra para la que no tiene ni la experiencia ni los recursos para llevarla a buen término, o en la obcecada determinación de darle a su estado natal un regalo desmedido; está en que su énfasis en desarrollar capacidad de refinación obedece al ardiente deseo de que Pemex produzca su propia gasolina, para poder subsidiarla sin ambages.

Si el Presidente o su secretaria de Energía, Rocío Nahle, hubieran cursado una clase de economía básica, entenderían el concepto de costo de oportunidad. Sabrían que hay mejores alternativas para ese dinero que tirarán en la refinería. También que es más barato importar gasolina que importar petróleo, refinarlo con ineficiencia en...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR