Jorge Volpi / Incendios

AutorJorge Volpi

Primero, una chispa: el aumento de unos centavos de dólar del precio del Metro de Santiago. Luego, un grupo de estudiantes que decide realizar un acto de "resistencia civil no violenta" saltándose los torniquetes. Solo que a esos estudiantes de inmediato les siguen muchos más. Y luego ya no son solo estudiantes, sino personas de todas las edades que secundan la protesta. A la chispa le sigue, entonces, la dinamita: dos ministros de Sebastián Piñera, el Presidente del país y uno de sus hombres más ricos, dicen lo que suponemos siempre dicen, solo que ahora se toma como una burla y una provocación.

Las teas secas se prenden y las llamas se extienden por toda la ciudad. Ahora son miles los que no pagan el Metro ni el Transantiago -el equivalente de nuestro Metrobús-, y el gobierno empieza a no entender lo que pasa. La torpeza oficial genera nuevas protestas, acompañadas ahora por actos de violencia: saqueo de supermercados, pintas, vidrios rotos, enfrentamientos directos con la policía. Las protestas, pacíficas y no, proliferan. Asustado -y nada hay peor que un gobernante asustado-, el Presidente declara el estado de sitio y, en Chile, sí, en el Chile que vivió la dictadura de Pinochet, saca el Ejército a las calles.

La represión prosigue, igual que la violencia de esos jóvenes que, a diferencia de Piñera, no parecen tenerle miedo a nada. Y la situación deriva en un incendio general que nadie previó. Y menos que nadie la clase dirigente chilena. Porque, después de Pinochet -o gracias a Pinochet-, Chile se vendía como una economía ejemplar. El país más rico de América Latina. Un modelo de estabilidad. Un paraíso para los inversores extranjeros. Y, de paso, un modelo de democracia donde dos coaliciones se han repartido el poder desde el fin de la dictadura.

Lo que nadie señalaba, en cambio, es que Chile es también uno de los lugares más desiguales en la región más desigual del mundo. Gracias a Pinochet, Chile fue elegido como el gran experimento del neoliberalismo: como ha contado Naomi Klein, allí se pusieron en marcha todas las terapias de choque de los ochenta en adelante. El resultado: un crecimiento sostenido, sin duda, pero también la privatización de todo lo que se podía privatizar, sobre todo los servicios públicos -agua, luz-, la salud y la...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR