Jorge Volpi / Novelas que son monstruos
Autor | Jorge Volpi |
Como un antiguo héroe griego, el lector se ve obligado a abandonar la rutina de su hogar: deja atrás su familia y sus costumbres, incluso las convenciones de su lengua, se prepara con unos cuantos pertrechos, una brújula o un astrolabio que de poco habrán de servirle, y se aproxima a la primera página que es como un muelle en la ribera de su isla. Divisa el horizonte marino, negro e infinito -cientos de páginas en lontananza-, se arma de valor y aborda la nave que habrá de conducirlo más allá de donde sus mapas indican "Hic sunt leones". El trayecto le llevará días o semanas que transcurren como años o siglos, y desde luego no será ya el mismo cuando, tras un sinfín de aventuras y desventuras, regrese a casa más viejo y más cansado, pero también más sabio.
Fernando del Paso pertenece a esa estirpe de escritores que, al amparo de la tradición que va de Cervantes y Rabelais a Mann y Faulkner, pasando por Tolstói, Dostoievski y el conjunto de la narrativa decimonónica, no piensan que una novela sea una excursión o un desvío en el camino -un entretenimiento o una diversión pasajera-, sino un largo viaje de exploración, a veces sin regreso; una aventura dominada por el arrojo y la curiosidad, por el ansia de conocimiento y la fascinación ante los peligros del lenguaje, capaz de abducirnos a un mundo que se parece al nuestro, sin serlo, y de trastocarnos en el proceso.
Frente a quienes hoy prefieren obritas breves y reconfortantes, juegos metaficcionales y eruditos, provocaciones lúdicas y exploraciones de la intimidad o las "novelas sin ficción" que tanto celebra hoy la crítica, Del Paso y los suyos anteponen una poética más arriesgada -una poética de la desmesura- que quizás no esté acorde con nuestros tiempos dominados por la prisa y el ingenio. En las novelas de Del Paso -esa sucesión de obras maestras formada por José Trigo, Palinuro de México y Noticias del Imperio, escritas a intervalos de una década- cabe todo lo anterior, y mucho más: un lenguaje juguetón y delirante, brillante herencia del barroco; la Historia con mayúscula que tanto incomoda a los apóstoles de lo mínimo; una ruptura de géneros que destroza las fronteras entre narración, ensayo, poesía y teatro; y una serie de personajes -con su pluralidad de voces y puntos de vista- que no dejan nunca de exhibir una poderosa vida interior, amalgama de sus contradicciones y conflictos.
Si José Trigo (1966) puede ser vista como una novela en torno al...
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