Jorge Volpi / Prisión para todos

AutorJorge Volpi

Empezaré con el caso que mejor conozco. El 9 de diciembre de 2005, Televisa y TV Azteca transmitieron, supuestamente en vivo, la captura de Israel Vallarta y Florence Cassez, acusados de haber secuestrado a tres personas. Meses más tarde, la investigación de Yuli García, del equipo de Denise Maerker, terminaría por demostrar que todas esas horas en pantalla fueron un montaje orquestado por la Policía en complicidad con los medios. Pero ahora quiero detenerme en un punto específico: el momento en el que, tanto los reporteros sobre el terreno como los agentes de la Policía, muestran ante las cámaras, con orgullo, el arsenal de armas empleadas por los peligrosos criminales: todas ellas, por seguro, de uso exclusivo del Ejército, Armada y Fuerza Aérea.

Unos años más tarde, entre 2009 y 2011, cuando la presión del presidente Nicolas Sarkozy para tratar de que Florence Cassez purgara su condena en Francia provocó que el Gobierno mexicano hiciera todo cuando estuviese en su poder para demostrar su culpabilidad -y ese todo implicaba cualquier maniobra al margen de la ley-, dos hermanos y tres sobrinos de Israel Vallarta fueron arrestados y acusados, a su vez, de secuestro y crimen organizado. Al igual que Israel en su momento, fueron torturados y obligados a declararse culpables. Y, por supuesto, las únicas pruebas que la Policía presentó contra ellos fueron las armas de uso exclusivo del Ejército que afirmaron haber hallado en su posesión.

A la libertad de Florence en 2013 por la Suprema Corte de Justicia, en virtud de las infinitas irregularidades en el proceso -y el "efecto corruptor" provocado por el montaje-, le siguieron en 2016 las exoneraciones de un hermano y dos sobrinos de Israel de los delitos de secuestro y crimen organizado. En cambio, el magistrado que resolvió sus casos mantuvo la condena por posesión de arma de fuego de uso exclusivo del Ejército: dado que llevaban 6 años en prisión, y la pena por este delito era de 5, el juzgador no se atrevió a modificarla.

En todos estos casos, las armas fueron lo que he dado en llamar "la utilería del crimen". Hoy sabemos, sin lugar a dudas, que ninguna de estas veces los presuntos delincuentes portaban estas armas: fue...

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