Jorge Volpi / Racismos

AutorJorge Volpi

Aunque siempre pensamos que aquí no ocurriría, por desgracia sólo era cuestión de tiempo. De tiempo y de la aparición de ese típico político sin escrúpulos dispuesto no sólo a azuzar los temores frente a los otros, sino a crear y cultivar esos temores -y las primitivas sensaciones que se les asocian: la desconfianza, el recelo, el desprecio y la ira- en su beneficio. Es el modelo de Hitler y de Karadzic, en sus versiones más extremas, y por supuesto, de Trump. El demagogo intuye los resquemores de su gente, esas pulsiones ancestrales sepultadas por la civilización o la cordialidad, y sabe que basta con sacarlas a la luz -con volverlas aceptadas- para obtener un inmediato rédito político.

Eso ha hecho, entre nosotros, el alcalde de Tijuana -cuyo nombre no pondré aquí- al hablar de los migrantes que llegan a su ciudad en tránsito hacia Estados Unidos y al convocar a sus votantes a repudiarlos con manifestaciones y pancartas que emulan las de los supremacistas blancos del otro lado de la frontera que hacen lo mismo pensando en nosotros, los mexicanos de esa misma Tijuana que hoy enarbola los colores de la rabia.

¿Cómo -podría pensarse- en una nación que ha sido siempre víctima del racismo estadounidense, cuyos ciudadanos han sido vejados y maltratados sin fin en sus ansias por cruzar al otro lado, podría aparecer este estigma? ¿No es el sinsentido más absoluto que una ciudad en la que miles tienen parientes o amigos que se atrevieron a cruzar la frontera sin papeles para establecerse en Estados Unidos haya quienes repudian a los haitianos, centro y sudamericanos que llegan a sus territorios? ¿No es el colmo de la hipocresía y de la falta de vergüenza, por no decir, simplemente, de humanidad?

Lo peor es que esos pocos cientos de tijuanenses alebrestados por su alcalde -que Trump lo haya citado como ejemplo bastaría para volverlo inelegible- no son los únicos que piensan así: en la reciente marcha contra la cancelación del aeropuerto de Texcoco, en la Ciudad de México, también brotaron aquí y allá consignas semejantes: ciudadanos mexicanos clamando Make Mexico Great Again o "México para los mexicanos" y casi llamando a los centro y sudamericanos "criminales y violadores".

Esto que vemos por primera vez en México ocurre, hoy, en todas partes: en Estados Unidos y en...

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