Jorge Volpi / Tenacidad de izquierda

AutorJorge Volpi

Las resurrecciones, en política, son aves exóticas: la regla general es que, cuando se pierde el poder, rara vez se recupera. La historia retiene un sinfín de antiguos gobernantes que, amargados y con frecuencia en el exilio, sueñan con recuperar el trono o la silla presidencial. La verdad es que esto casi nunca ocurre y que, cuando se da la excepción -la vuelta de Napoleón de la isla de Elba para los Cien Días, por ejemplo-, suele ser breve y desafortunada. Por ello llama tanto la atención que un líder en nuestro tiempo, cuya carrera parecía arruinada para siempre, sea capaz de reinventarse, de alcanzar el poder que anhelaba y, no solo eso, de mantenerlo a pesar de tenerlo todo en contra.

Este es el caso de Pedro Sánchez, el insólito cuadro del Partido Socialista Obrero Español que, tras obtener los peores resultados de su partido en 2016 y haber sido defenestrado tras una conspiración interna en sus propias filas -por las cuales renunció incluso a su acta como diputado-, logró contra todo pronóstico recuperar la Secretaría General en 2017, venciendo a su principal rival, la andaluza Susana Díaz, y, sobre todo, llegar a convertirse en presidente del Gobierno gracias a la moción de censura contra Mariano Rajoy, acosado por un sinfín de casos de corrupción, en 2018. Por si esto fuera poco, en un ambiente europeo en el que en casi todas partes predomina la derecha -o incluso la ultraderecha-, en las pasadas elecciones Sánchez volvió a ganar con un resultado que, pese a las dificultades que entrañan las negociaciones en un sistema parlamentario, parece que le permitirá formar gobierno contra todos los pronósticos.

España es, hoy, una excepción en el mundo, no solo porque la izquierda socialdemócrata ha remontado allí, cuando en casi todas partes se la daba por muerta, sino por la extraña carrera de Pedro Sánchez, a quien hace poco la mayoría de los españoles pensaba acabado. Desde el 2016, cuando fue derrotado estrepitosamente, hasta hoy, es cierto que las condiciones han cambiado: la derecha tradicional del PP, que durante tanto tiempo dominó la vida pública de este país, se ha fragmentado en tres segmentos: Ciudadanos -la vertiente más centrista, al menos hasta hace poco-, el propio PP y Vox, el primer partido de extrema derecha -aunque su líder se niegue a reconocerlo-...

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