Jorge Volpi / El traidor

AutorJorge Volpi

En la inmensa aula-bunker de Palermo, resguardado en una caja de plástico para protegerlo de un atentado, y ante las miradas curiosas, inquisitivas o amenazadoras de los periodistas, magistrados y antiguos compañeros de armas que abarrotan la gradería, Tommaso Buscetta, conocido también como don Masino, no duda en señalar a Giuseppe Calò, uno de sus amigos de infancia, de haber cometido decenas de crímenes por órdenes de las familias de la Cosa Nostra de Corleone encabezadas por Totò Riina. De inmediato los acusados estallan en insultos y vituperios, tratando de defenderse, en vano, de sus acusaciones. Es un traidor, aseguran, y a los traidores jamás hay que creerles.

Meses antes, Buscetta había sido extraditado de Brasil, adonde se había refugiado con su familia. En el trayecto había intentado suicidarse con una dosis de estricnina, pero, salvado por los médicos, acabó por entrevistarse con el juez Giovanni Falcone, responsable de las investigaciones antimafia, quien logró convencerlo de colaborar con la justicia. A partir de ese momento, don Masino se convirtió en uno de los primeros miembros de la Cosa Nostra en revelar públicamente sus delitos y sus vínculos con el poder. Su testimonio durante el maxiproceso de 1986 permitió la captura de decenas de sus miembros, sentenciados por homicidio, lavado de dinero y tráfico de drogas.

Convertido en testigo protegido, Buscetta fue reubicado en Estados Unidos, donde inició una nueva vida al lado de su esposa brasileña. Ello no impidió que dos de sus hijos fueran asesinados en represalia por sus declaraciones o que debiera mudarse con frecuencia para evitar las amenazas de Sicilia. Tras el asesinato de Falcone en 1992 -con quien llegó a ligarlo una amistad auténtica-, don Masino aceptó participar en el Juicio del Siglo contra el expresidente del Consejo de Ministros, Giulio Andreotti, según él asociado con los mafiosos. Buscetta murió de cáncer en su casa de Miami, a los 71 años, convencido de que había hecho bien al denunciar a una organización que, en sus palabras, había perdido su identidad y sus principios.

Retratada con escabrosa fidelidad por Marco Bellocchio en El traidor (2019), la trayectoria de Buscetta encuentra un paralelo mexicano en Emilio Lozoya...

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