José Isabel Flores

Tal es el caso de Venancio Orozco quien actualmente tiene 93 años de edad y tenía escasos 20 cuando sacrificaron al mártir.

"Él estuvo en mi casa como dos meses, era muy amigo de mi padre, no estuve presente cuando lo agarraron, nosotros no nos dimos cuenta. Estaba en la casa y salió a las cinco de la madrugada para Colimilla a oficiar y ya cuando nosotros nos dimos cuenta fue cuando lo encerraron en Zapotlanejo.

"Lo agarraron a él por este camino y luego fueron por nosotros, ya nos llevaron a mí y a mi padre y a mi hermano. Pensamos que el padre Flores se había escapado", narró Don Venancio.

Con el padre Flores vivía Nemesio Bermejo, ex seminarista que movido por el interés de la recompensa, fue a Zapotlanejo a buscar a Rosario Orozco, entonces presidente municipal, le avisó que el padre Flores iría a Colimilla la madrugada del 18 de junio a celebrar misa. Como Orozco odiaba a los sacerdotes, mandó a 50 policías para que lo aprehendieran y lo llevaran a Zapotlanejo.

Muchas veces la gente del pueblo le pedía que se escondiera, pero en respuesta les decía: "si me escondo, ya no tendré oportunidad de atenderlos, ni a ustedes, ni a sus hijos, ni a sus enfermos y no podré casar a los muchachos. No tengo miedo, así disfrazado los soldados no me reconocerán y si me agarran, ¿qué he de perder?, sino que me corten la cabeza, además Cristo murió por mí, yo también muero gustoso por él".

Se cuenta que un grupo de personas hizo gestiones para liberarlo, ofrecieron pagar por su libertad, pero fue inútil, la madrugada del 20 de junio de 1927 lo sacaron de su prisión y lo llevaron al panteón municipal, ahí un hombre, Fermín Ruiz, intentó rescatarlo, lo mismo un policía se negó a matarlo, en vista de que el padre les dijo que si habían recibido sacramentos de él no se mancharan las manos, y como el policía había sido bautizado por el padre, se negó a disparar. Primero lo quisieron colgar, lo martirizaban subiéndolo y bajando, hasta cuatro veces sin lograr matarlo. Entre los curiosos estaba José Ramírez, originario de Corral Falso y para quedar bien con el Alcalde se lanzó contra el sacerdote, lo tiró al suelo y le cortó la cabeza con un cuchillo. Antes de morir el padre en las manos de su verdugo, con serenidad sacó de su bolsa un reloj, se lo dio y le dijo: "guárdalo como muestra de perdón". Al paso del tiempo, el asesino mostraba el regalo a sus amigos como si fuera un trofeo.

"Él nunca dejó de oficiar, andaba de una parte a otra, aquí en la casa...

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