José Luis Cuéllar Garza / Era más padre antes

AutorJosé Luis Cuéllar Garza

Ocurrió en la Navidad de 2006, la primera en que se habría extinguido la fantasía de la llegada del hombre de rojo y su trineo a casa. Luego de cenar, completamos en familia el intercambio de regalos pactado según el sorteo celebrado con anterioridad. Procuramos conservar en ello, sin embargo, un poco de los ingredientes de sorpresa que la mañana navideña deparaba: ignorar qué recibiríamos, desconocer quién nos lo daría, esperar que los deseos propios fueran adecuadamente interpretados y con ello, exponernos a la frustración o al gozo que toda dádiva conlleva. Al cabo de la breve ceremonia, luego de los besos y abrazos de rigor, nos encontramos frente a una mesa colmada de cajas rebosantes de prendas y objetos a medio guardar, bellas envolturas destrozadas, listones y moños arrugados, todo revuelto con tazas de café, platos de postre, copas de vino, ceniceros y velas agotadas. Una melancolía indescriptible se apoderó enseguida de nosotros, cubriendo el comedor con una nube de pesado silencio. Fue entonces cuando el ya no tan pequeño Nicolás soltó la sentencia: "la verdad, era más padre cuando venía Santa Claus". Era una verdad de a kilo, de las que sólo los niños son capaces de intuir.

El asunto no tenía mucho remedio. Para volver al antiguo estado de cosas hubiéramos tenido que pactar un autoengaño colectivo, viviendo en una infancia familiar perpetua, aislándonos de los parientes y tendiendo un cerco de disimulo frente a amigos, vecinos y conocidos. Hubiéramos sido el hazmerreír de todos, igual en las escuelas que en las oficinas, en cualquier celebración o sobremesa.

He recordado esta anécdota ahora que México arranca el año con tanta inquietud y zozobra, porque esta coyuntura, la llegada de los ciclos comerciales previstos y el avisoramiento de los escenarios económicos más probables están haciendo aparecer en muchos sectores, gremios y organizaciones nacionales aquel impulso infantil a negar la realidad, buscar el restablecimiento de las condiciones de protección paternal perdidas y amenazan con hacer del Año Nuevo un período cargado de movilizaciones, tensiones y demandas que pueden presionar aún más a la exigua maquinaria que tenemos por aparato productivo y sistema financiero mexicanos.

Es más que cierto que en esta ocasión, la cuesta tradicional habrá de prolongarse mucho más allá de enero y que 2008 será un año crucial para la sociedad y la economía global y nacional. El escenario internacional está colmado de retos, signos y...

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