José Luis Cuéllar Garza / Política para Andrea

AutorJosé Luis Cuéllar Garza

Querida hija:

De conformidad con el artículo 34, fracción I de la Constitución mexicana, el día 7 has adquirido la calidad de Ciudadana de la República.

Con orgullo podemos testimoniar, tu madre, tus hermanos y yo mismo, que el requisito establecido en la fracción II, el de "tener un modo honesto de vivir", lo cumples sobradamente hace buen rato, pues en tus empleos te has desempeñado responsablemente y eso te da el modo de vivir con la alegría que merece cualquier buen ciudadano o ciudadana, desde que Aristóteles enunció en la Etica a Nicómaco las virtudes republicanas que son condición de la felicidad.

Así, la Constitución te concede en adelante cinco prerrogativas y cinco obligaciones. Entre las primeras, la de votar, ser votada (siempre que seas postulada por alguna partido) o nombrada para cualquier empleo o comisión, asociarte individual y libremente para tomar parte en forma pacífica en los asuntos políticos del país, tomar las armas para defender a la República y sus instituciones y ejercer el derecho de petición en toda clase de negocios (aunque para ello hayamos tenido que crear un gran aparato y caro instituto que empieza a pelearse para que la información se entregue a quien la solicite).

Entre las segundas, la de inscribirte en el catastro de la municipalidad (una práctica más bien en desuso) e inscribirte en el Registro Nacional de Ciudadanos (el que no funciona porque no logramos ponernos de acuerdo), alistarte en la Guardia Nacional (que tampoco funciona y que seguramente desaparecerá si se aprueba -algo, otra vez, improbable-, la reforma en materia de seguridad y justicia que acaba de proponer el Presidente de la República), votar y desempeñarte en cargos de elección popular (estos dos quehaceres son para ti, derecho y obligación), y desempeñar los cargos concejiles del Municipio donde residas (función también caduca, que mucho bien haría en lugar de tanto regidor caro e incapaz como nos rodea), las funciones electorales y las de jurado (función también inoperante, que unos quieren restablecer y otros consideran inconveniente).

Mucho me temo que el primer inventario de ventajas adquiridas al arribar a la ciudadanía mexicana -luego de tanto esperarlo junto con los amigos y amigas de tu generación-, no es muy amplio ni muy sólido como muchos padres desearíamos. Y es mi deber recordarte que como mexicana no puedes olvidar en adelante las graves obligaciones que nos marca el artículo 31 constitucional, especialmente el incómodo...

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