Juan Enríquez Cabot / Tempranito...

AutorJuan Enríquez Cabot

Ahora resulta que no toda la culpa la tiene Elba Esther...

Dentro del desastre que es la mayor parte de la educación pública en México (y la mayor parte de la educación privada en ciencias), una parte muy importante de la debacle se debe, aparentemente, a los padres. Porque ahora resulta que mucho daño ocurre antes de que se inicie, formalmente, la escuela. Más y más estudios demuestran que lo que aprende un niño en sus primeros tres años de vida es tan, o más, importante que lo que viene después.

Biológicamente es explicable. A diferencia del resto de nuestro cuerpo el cerebro crece a su capacidad adulta en los primeros años. Un niño nace con el 20 por ciento de su capacidad cerebral. Antes de los 5 años ya tiene el 90 por ciento.

Por esto es de especial importancia lo que escucha, ve, aprende un niño en sus primeros años de vida. Hablar, leer, explicar, enseñar es función vital en los primero 3 años. Hart y Rinsley estudiaron la diferencia en el número de palabras que escuchan diferentes niños en sus primeros 3 años de vida. Encontraron que, pese a la tendencia a hablar con cursilerías monosilábicas, los hijos de profesionales han escuchado más o menos 40 millones de palabras con diverso vocabulario. Mientras tanto los hijos de la gente de escasos recursos (quienes reciben asistencia del gobierno / welfare) sólo han escuchado 10 millones. Ésta es inmensa diferencia, 30 millones de palabras. Se debe a varios factores que incluyen: dos padres en casa pueden duplicar atención y vocabulario. Las madres solteras, que a menudo trabajan día y noche, no tienen tiempo para estar con sus hijos. Hay enorme diferencia entre quienes tienen el hábito de la lectura y conversación y quienes tienen la cultura de la TV. Mas educación en los padres lleva a más vocabulario.

El proyecto Abecedarian estudió el impacto que puede tener la educación de los más chiquitos. Empezando a los 4 meses, dividieron, en dos grupos, a una población similar en términos de la educación, ingresos y estatus matrimonial de los padres. Ambos grupos recibieron el mismo apoyo nutricional, de salud y servicios sociales. Pero sólo el primer grupo de 50 niños recibió atención especial educativa. El segundo grupo de 50 siguió el patrón y tiempos educativos normales.

Haber empezado a educar a los 4 meses de edad, con juegos, lenguaje, imágenes tuvo inmenso impacto. Empezaron a comparar resultados entre los dos grupos de chamacos a los 3, 4, 6, 8, 12, 15 y 21 años de edad. Quienes...

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