Juan García de Quevedo / El lado oscuro del mundo

AutorJuan García de Quevedo

Padres que violan a sus hijas (y me dice una psicóloga que los casos son muchos más de los que puedo imaginar), padres que asesinan a sus hijos, hijos que asesinan a sus padres, secuestradores, violadores. Para ellos quiero al Dios de la justicia, no al Dios amoroso y comprensivo. Para ellos no quiero un psiquiatra, quiero al Dios de la justicia, al Dios furioso del Antiguo Testamento.

Para todos aquellos que usando fuerza y poder trasgreden la libertad del otro, pido, no la Comisión de los Derechos Humanos ni las leyes de los hombres, sino la furia de Dios.

Decía el clásico: el hombre es el lobo del hombre. Hay madres que paren y luego tiran al recién nacido; para ellas también pido ese Dios de la justicia implacable. Para todos ellos no quiero al Dios misericordioso, al Dios del Nuevo Testamento.

Como decía la poetisa: "Que viva la yerma, la sin hijos, que hombres nacidos de vientre de madre hoy asesinan a Cristo". Para los que promueven guerras para vender armas y ganar dinero con los vencidos o vencedores, para todos aquellos capaces de lo innombrable, de lo impronunciable, también quiero el Dios del Antiguo Testamento, porque es incapaz de perdonar lo imperdonable.

Lo grave es que la historia del hombre está repleta de hechos imperdonables. Lo cierto es que el género humano es capaz de cualquier cosa, es capaz de soportar lo insoportable. El caso del viudo que encerró a su hija, la violó y tuvo otra hija con su hija a la que también violó. Eso sucedió en Europa, y las tenía encadenadas en el sótano de su casa. Un enfermo, dirán muchos, porque nadie en su sano juicio es capaz de tal barbarie, pero resulta que el famoso loco caminaba por las calles, asistía a su trabajo y nadie pensaba que era un enfermo.

Lo cierto es que el mal existe y el mal está dentro de la condición humana; el mal está en las entrañas de la condición humana y sólo puede detenerlo una consciencia ética, una consciencia moral. La discusión está en que si el mal forma parte de la naturaleza humana, la consciencia moral (el bien) está dentro de la misma naturaleza del hombre. Se decía que el hombre naturalmente...

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