Juan García de Quevedo / Los maestros

AutorJuan García de Quevedo

Los movimientos sociales siempre tienen una o dos causas que les dan fundamento, razón de ser; son complejos y dispersos en sus expresiones políticas, tienen la característica de carecer de uno o dos líderes que tengan en sí la fuerza suficiente para llevarlos y conducirlos de acuerdo a sus propósitos. Por tanto, es extremadamente difícil que el Estado pueda cooptar a los voceros o líderes que dan la cara y utilizar los movimientos para sus fines. El fin del movimiento, podríamos decir que es el movimiento mismo. En este movimiento de los maestros, no podemos olvidar que la historia del magisterio es una historia cargada de conflictos, disputas y que, como líderes naturales de sus comunidades, gozan de una gran popularidad.

Todo movimiento social es político, y todo movimiento político, o tiene una carga social o sencillamente no existe.

Pensemos por un momento en la distancia cultural y social que existe entre un maestro de la sierra oaxaqueña y un ciudadano de clase media de la Ciudad de México. Las preocupaciones del maestro oaxaqueño son distintas, diferentes; el mundo que contempla, el mundo que lo circunda, es también distinto y diferente: enseña en la pobreza y desde la pobreza.

La marginación, el hambre, los conflictos sociales de Estados como Guerrero nada tienen que ver con los conflictos diarios a los que se enfrenta un ejecutivo o un trabajador de cuello blanco. El maestro no es una forma abstracta que pueda vivir al margen de su circunstancia, él es su circunstancia, y los maestros de Oaxaca y de Guerrero, etcétera, viven y reproducen su experiencia desde el límite del hambre. Y el hambre es mala consejera.

Cuando se conocen las escuelas rurales de Oaxaca y Guerrero, hablar de excelencia académica significa un puro ejercicio retórico. Este movimiento también representa las grandes asimetrías que existen entre el México del sur, del centro y del norte.

Pero de cualquier manera debemos afirmar que el magisterio que tenemos lo ha hecho el Estado, lo ha formado, lo ha estructurado, lo ha corrompido, lo ha reprimido.

Es tal la complejidad de movimientos sociales como el del magisterio, que podemos saber por qué comienzan pero pocas veces las derivas que tendrán y dónde terminarán.

A nadie le gusta un movimiento magisterial que se oye en la radio y en la televisión lanzando insultos e improperios ante los...

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