Juan García de Quevedo / El Papa jesuita

AutorJuan García de Quevedo

Para Antonio Ochoa García de Quevedo.

El Papa Francisco es un jesuita de principio a fin. Es un religioso en el mundo cuyo centro es Cristo. Cristo y mundo inseparables y crucificados, pero construyendo su historia en la historia del hombre.

El Papa Francisco no es un teólogo como Benedicto XVI ni un filósofo, es sencillamente un hombre que le permite, más bien le exige al hombre dudar de Dios. Dice que la Iglesia es el pueblo de Dios. Es decir, rompe con los dogmas de esa burocracia vaticana que destruye la fe de los hombres del siglo 21. Ante la necesidad de romper el relativismo del dogma apuesta mejor por la historia del pueblo de Dios.

El Papa Francisco seguramente hará una revolución en la Iglesia burocrática, en eso que llamamos la burocracia de Dios, y regresará al hombre de carne y hueso que fue Jesucristo y del que partió Jesucristo en su aventura hacia la crucifixión. Éste es el Papa de la nueva historia de la Iglesia.

No es Francisco un hombre que condene al hombre, sino uno que comprende al hombre en su fragilidad, en su naturaleza caída. Es el Papa humano, reciamente humano, que entiende las desventuras del ser. Es el hombre que admite haberse formado bajo el tomismo decadente y sale teóricamente de él en el contacto y compromiso con el hombre de carne y hueso que tiene -haya hecho lo que haya hecho- que entender la vida como la aventura de la búsqueda de Dios.

Es más, Francisco nos dice que quien nunca dudó de la existencia de Dios, realmente nunca lo tuvo. Dios es para el hombre fundamentalmente búsqueda, oscuridad y luz, pero duda permanente por hacerse del misterio. Francisco, sencillo y prodigiosamente inteligente, le devuelve el Dios de la inteligencia al hombre caído y nos habla más del hombre en su relación con Dios que del Dios abstracto e inexpresivo de ciertos teólogos.

Es un Papa jesuita porque le da al hombre la libertad de dudar de Dios mismo y hacer de su libertad la verdadera aventura cristiana. La Iglesia es la historia del pueblo de Dios o no es nada, mero dogma.

Nos dice, hace falta una teología de la mujer, de ese ser...

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