Juan García de Quevedo / Tiempos difíciles

AutorJuan García de Quevedo

La caricatura de Daniel Camacho, el jueves 5 de septiembre en MURAL, es realmente un editorial. El Secretario de Gobernación y el de Educación hechos bolas en el queso oaxaqueño. El queso oaxaqueño, los maestros.

Esos y estos días seguramente no los olvidará el Presidente Enrique Peña Nieto. Me da la impresión de que el Pacto ya dio todo lo que debía y podía dar, ahora se convierte en un verdadero obstáculo para que la democracia camine por sus méritos y reglas. Las mayorías deciden y las minorías respetan y obedecen las decisiones. Esa regla es clara y sencilla, y se da en todos los países civilizados.

El Pacto es o fue un conjunto de proposiciones en las que todo mundo debe estar de acuerdo, pero los intereses políticos entran cuando se trata de definir los cómos. Qué reforma educativa, qué reforma fiscal, qué reforma energética. Ese es el problema político serio, porque quién no va a querer mejor educación, una fiscalidad que fortalezca al Estado, una reforma energética de largo aliento que nos haga más productivos y genere mayor riqueza.

Todos estamos de acuerdo en que esas tres reformas, la energética, la educativa y la fiscal, son imprescindibles para que el País arranque y tome su verdadera fuerza, su fuerza potencial.

Llegaron los maestros y comenzó la comedia de errores. El mensaje del Presidente se dio el 2 de septiembre y claro, el Informe se entregó el primero de septiembre como marca la norma. La elección del sitio donde se daría el mensaje presidencial, de la Cámara de Diputados al Palacio Nacional, de ahí al Auditorio, luego al Campo Marte, para acabar finalmente en la residencia oficial, parecía el peregrinar del Presidente en la ciudad secuestrada. Encima, el mensaje nos dio una mala noticia: el crecimiento económico del País no será de 3.58 como se había pensado sino del 1.5, y muchos economistas hablan de que nos encontramos en la puerta de la recesión.

Por otra parte, el Pacto se agotó cuando entraron los temas de fondo, y es lógico porque los partidos tienen programas distintos, intereses encontrados y, desde luego...

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