Juan García de Quevedo / López Obrador

AutorJuan García de Quevedo

Existe un acuerdo generalizado en la crisis de la clase política: sencillamente esta clase política no encuentra el rumbo y, lo que es más peligroso, cada día está más lejos del pueblo. Los niveles actuales de desaprobación ya son preocupantes. Senadores y diputados hace rato andan en caída libre. Lo que nadie sabe es si traen paracaídas, porque malla protectora no existe.

Hace tiempo que el único tema posible es López Obrador. La falta de imaginación y habilidad de la conducción política nacional no ha hecho otra cosa que hacer de López Obrador el político más popular del país. Que yo recuerde, nunca un político ha causado ese odio, furia y mucho pero mucho miedo a la clase política. Se han vertido mares y mares de tinta para desacreditarlo. Una política de medios francamente despiadada y homicida quiere cortarle la cabeza en mil pedazos. Sin embargo, López Obrador resiste y, más que resistir, crece y se fortalece.

El temor que les produce López Obrador claramente les ha hecho perder la cabeza. Esta dirección política, en su torpeza, es capaz de poner en peligro todo nuestro andamiaje político, que tanto nos ha costado armar. Después de la alternancia de terciopelo que significó el arribo de Fox al poder, es francamente inconcebible que la actual clase política lo eche todo al basurero simplemente por el temor inmenso que les produce López Obrador.

Ciertamente la oligarquía mexicana es todo menos suicida. Por el contrario, nuestra oligarquía es de una gran lucidez y sinceramente pienso que sabrá resolver el asunto permitiendo que López Obrador gane o pierda en las urnas.

Contra López Obrador se ha intentado todo. Para destruirlo se ha cometido incluso toda clase de excesos, creando un clima político de verdadero linchamiento. Y el famoso "Peje" resiste y crece en el ánimo popular.

Hasta el ingeniero Cárdenas, con su falta de respaldo a López Obrador, está cavando su tumba como líder moral del perredismo. No es entendible que ante esta campaña despiadada...

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