Juan García de Quevedo / Lupillo

AutorJuan García de Quevedo

Lupillo es un hombre con cuatro generaciones de pobreza. Fue maltratado por los hombres, golpeado por los hombres y casi muerto, pero fue rescatado por un alguien maravilloso que lo mandó al hospital para ser curado y logró sobrevivir. Lupillo fue a vivir con esa persona maravillosa que literalmente lo resucitó, le devolvió la vida, y ahora se convirtió en su guardián.

Su amor es incondicional y no permite que nadie se acerque a su salvador. Con una lealtad absoluta sigue a su dueño como un niño a su madre y ante la menor posibilidad de peligro, se transforma en perro, podríamos decir que casi en lobo, para defender lo que considera suyo y únicamente suyo.

Lupillo goza de las caricias, el cariño de quien prácticamente le resucitó, y Lupillo al lado de su salvador es absolutamente feliz.

Cuando ve a un ser humano acercarse a su dueño, Lupillo pierde la razón y se convierte en una fiera. Tan grade es el amor de Lupillo que de un día para otro decidió ser siempre perro porque el amor perruno es el más grande de los amores. Y este perro de la calle, cruzado con la calle, pero con una gran, una inmensa capacidad de amor porque los perros con un pasado de desdichas y golpes, los perros maltratados cuando reciben amor, saben que el amor es uno y único y lo más importante, intransferible.

Yo mal pude conocerlo porque al acercarme con palabras cariñosas y sumando todos mis conocimientos caninos, sentí que si acercaba la mano iba a ser mordido, mordido hasta los huesos y que Lupillo no dejaría de morder mi brazo hasta desbaratarlo.

Lupillo no es libre y renuncia a serlo, no quiere serlo, no quiere ser acariciado por nadie más porque esos cariños los considera como ofensa ante la mano que ama.

Lupillo representa el amor que todos soñamos cuando muy jóvenes. No es como los hombres que nos distraemos mirando y deseando mujeres hermosas y eso se debe, el que Lupillo no sea así, a que descubrió un alma. Un alma a la que le debe todo y entre ese todo es que fue la primera persona en el mundo que lo acarició, lo besó, y también, por qué no decirlo, lo amó.

A Lupillo no le interesa el género humano. Sufrió tanto cuando entró...

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