Juan García de Quevedo / Oaxaca y Fox

AutorJuan García de Quevedo

Existe una vieja tesis que nos dice que cuando el político pone de manifiesto su incapacidad entonces el Estado hace uso de la fuerza. Durante el priismo la Secretaría de Gobernación era temida, pero también era un centro de negociación. Era temida porque era la última instancia de negociación. En esas "oscuras" épocas, los conflictos se arreglaban porque se arreglaban. La Secretaría de Gobernación tuvo en su historia aciertos y desaciertos, los costos se asumían y la Presidencia y el Presidente siempre salían bien librados o más o menos bien librados. Seguramente, en esos tiempos al poder se le respetaba y se le temía, desgraciadamente muchas veces se le temía más que respetársele pero existía orden y paz social. Cuando un Secretario de Gobernación no hacía bien su trabajo sencillamente se le cesaba porque existía una especie de verdad política: sin Secretario de Gobernación fuerte y poderoso simplemente no podía existir Presidencia fuerte y respetada.

Con el PAN llegó a gobernar el Sr. Santiago Creel, cuya escuela se caracterizó por privilegiar el diálogo sobre la negociación. La Secretaría del poder y la negociación se convirtió en la Secretaría de la mesa de diálogo. Santiago Creel se dedicó a escuchar y decir, a dialogar día y noche, mes tras mes, año tras año. De gobernación pasó a diálogo hasta que se creó la ideología del diálogo como premisa política esencial. Diálogos interminables y conflictos interminables. Una especie de Secretaría deliberativa. El senador Creel, formado en mesas de discusión, trasladó su oficio a la Secretaría de Gobernación.

Por otra parte, formados en la doctrina negra de la represión, o sea la represión como origen del mal en el Estado pero también de su exteriorización, se decidió durante este sexenio no usar la fuerza pública bajo ninguna consideración. Por una muy simple razón: para el PAN, los gobiernos priistas, malos en sí y por sí, se exteriorizaban en la fuerza dura y cruda. Eran gobiernos represores porque eran gobiernos ilegítimos porque no contaban con la legitimidad del voto; sus elecciones eran fraudulentas y la sociedad, cuando se expresaba, era reprimida.

Ahora resulta que la historia le hizo al PAN una mala jugada: es acusado por el PRD de fraude y de ilegitimidad. Y para mal de males, en lo que se refiere al uso de la fuerza, a esta Secretaría de Gobernación deliberativa hoy se le presenta el asunto de Oaxaca en extremos inaceptables de descomposición. Está de por medio la ruina económica...

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