Juan García de Quevedo / Los trapecistas

AutorJuan García de Quevedo

La crisis de instituciones produce en los ciudadanos soledad. Soledad por la ausencia de representación ciudadana. Partidos en crisis, clase política en el más absoluto desprestigio, Congreso en una especie de torpeza crónica. En fin, la política como cretinismo sin destino. Partidos caros, políticos caros, ciudadanos que los pagan y no entienden para qué. El asunto es grave porque sin partidos y Congreso, la democracia sencillamente deja de existir. Los medios de comunicación cada día se convierten en árbitros y juzgadores de nuestros políticos y sus partidos. Y la nota roja hoy es un privilegio de la política. Se ha llegado a tales extremos que ahora se discute sobre el complot, la teoría del complot según López Obrador. El país se está convirtiendo en un campo fértil para los aventureros. Los políticos aparecen como conspiradores y los partidos como maravillosos negocios sus oligarquías.

Nadie propone ni piensa nada, sólo se busca por cualquier medio el poder y sobrevivir al oleaje del poder.

Aparecen los candidatos independientes o ciudadanos, y cuestionan las razones del monopolio de la política por los partidos. Ciertamente las candidaturas ciudadanas surgen y se explican por la crisis dramática que viven los partidos. Puesto de otra manera: son los partidos y su debilidad discursiva los únicos responsables de las candidaturas ciudadanas.

En toda esta crisis, sería bueno saber cuánto le cuesta a la ciudadanía la clase política con relación a otros países y qué utilidad representa.

Los niveles de desencanto aumentan hasta límites peligrosos. El ciudadano nada quiere saber de los partidos y estos sólo cuentan con su feligresía.

Dejamos a un lado el presidencialismo autoritario y nos quedamos sin Presidente. Gobernando a la Ciudad de México, tenemos un "líder social" que ve amigos y enemigos pero olvida los imperativos de la ley. Con la alternancia, nuestro país se está convirtiendo en asunto de Policía y espectáculo.

Primero fue la indignación, ahora es el chiste y la risa. Es decir, nuestra clase política le causa indignación y risa a la ciudadanía. Así de dramático.

Vemos a una clase política absolutamente alejada de la ciudadanía, exhibiendo...

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