Juan Ciudadano/ La palanca del cambio

AutorJuan Ciudadano

¿Dónde están las palancas con las que el Presidente puede impulsar cambios?

Esta es la pregunta a responder al inicio del segundo año de Gobierno foxista. Han llovido, literalmente, las críticas por la falta de resultados y es hora de abocarse a tratar de encontrar respuestas.

Cada uno de los problemas y retos que enfrenta el País está compuesto de elementos particulares que hacen imposible dictar recetas para aplicarse de manera uniforme. Los diagnósticos simplistas no ayudan.

Sin embargo, es indispensable reconocer que hay plataformas (jurídico institucionales) que generan inmovilidad y plataformas que facilitan el cambio.

El libre acceso a la información es una palanca al servicio de quienes quieren impulsar cambios.

La transparencia en la función pública evidencia todo lo que hay de obsoleto o chueco en nuestro aparato gubernamental. Es más fácil limpiar la casa con las cortinas abiertas.

Tan sólo en la semana que recién concluyó presenciamos tres debates en México en los que gran parte de nuestro estancamiento como país tiene su origen en la opacidad: la falta de programas anticorrupción eficaces, las evaluaciones que evidencian nuestro atraso educativo y la imposibilidad de alcanzar acuerdos en torno al presupuesto de egresos.

El acceso a la información no soluciona per se ninguno de estos problemas, pero les da la nitidez que permite su mejor entendimiento y, además, hace posible la repartición de responsabilidades.

Cuando el Gobierno funciona como una caja negra, necesariamente carga con todo el peso de generar por sí solo las respuestas.

En un ambiente de apertura es más fácil hacerse acompañar por la sociedad.

Trampa no come trampa

Combatir la corrupción utilizando la figura de los "testigos protegidos" es querer combatir una acción ilegal con otra acción ilegal. Es querer combatir la trampa con otra trampa. Pero el error de fondo está en pretender acabar con la corrupción dando prioridad a aquellos esfuerzos que parten del Gobierno.

Para un país como México, en el que la corrupción es endémica, cualquier programa gubernamental que no vaya acompañado de un marco jurídico que impulse un cambio de paradigma está condenado a quedar reducido a buenos deseos.

La corrupción abrirá paso a la cultura de la legalidad cuando los mexicanos tengan en sus manos la herramienta para evitar que el funcionario que tienen enfrente se sirva con la cuchara grande.

El derecho a la información es el derecho a vigilar a todos los servidores públicos.

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