Juan Villoro / Futbol suicida

AutorJuan Villoro

Antes de atacar a Siria, Estados Unidos nos derrota con guerra de nervios. Sin jugar de maravilla, aprovecha nuestros complejos en el futbol. ¿Sería un país pacífico si jugara más seguido con nosotros? Un imperio cuya economía depende de los gastos militares y cuya política exterior requiere de un enemigo externo no se calma con goles, pero ayudamos a subirle la autoestima.

Hubo tiempos felices en que la selección norteamericana era una víctima propiciatoria. La pérdida de la mitad del territorio podía ser vengada deportivamente por los botines de Chava Reyes. El futbol era entonces la reserva de la identidad donde comprobábamos que los güeros no dominan el chanfle. Aquellos futbolistas eran el reverso de los marines, muchachos dispuestos a perder en plan amable.

Esa etapa humanitaria se acabó. Ahora Estados Unidos nos gana hasta en futbol. Cada partido contra ellos es un caso de neurastenia pública. El egregio Rafa Márquez perdió los estribos cuando nos eliminaron en el Mundial de 2002 y le propinó un cabezazo a Cobi Jones. En 2007, Hugo Sánchez debutó como técnico de la selección ante el temido archirrival y llegó a incluir seis delanteros que fallaron un gol tras otro. Pocas veces fue tan claro que el complejo de inferioridad no se supera con estrategia. México perdió 2-0.

Después de una fase que despertó justificadas esperanzas, el Chepo de la Torre entró en el infierno de la clasificación y fue cesado antes del partido contra Estados Unidos. Luis Fernando Tena, admirable entrenador en los Juegos Olímpicos, asumió la misión de reconquistar Texas con carabinas 30-30. En forma previsible, una de las más flojas escuadras norteamericanas de los últimos veinte años nos venció 2-0 y se dio el lujo de fallar un penalti.

La selección parecía seguir un guión de Chespirito. Jesús Corona salió en falso para que Johnson rematara a placer mientras Salcido abrazaba a un rival en un gesto más allá del judo. Giovani dos Santos concluyó todas sus jugadas como inspector de pastos. Enemigo de la responsabilidad, prefería conseguir una falta que meter un gol. Para colmo, Tena dejó en la banca al mejor hombre del partido anterior, Oribe Peralta, y cuando lo incluyó, lo puso junto al Chicharito. Si el Barcelona juega con un falso 9, México duplica al 9. ¿Pueden dos cirujanos cortar con el mismo bisturí?

Y ya que usamos metáforas médicas: ¿dónde está el anestesista? ¿Hay modo de olvidar la recaída en Columbus?

En México la juventud heroica se asocia con el...

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